Que nuestra alimentación altera nuestro estado de ánimo no es ningún secreto, pero se nos olvida a menudo. Ya sea por de-sidia, falta de tiempo o porque nos imponemos dietas para adelgazar que acaban con nuestros nervios, mantenemos hábitos alimenticios que dañan el conjunto de nuestro bienestar emocional. Cuántas depresiones son precipitadas por dietas salvajes y sin control médico. Cuántos sobrepesos son debidos a hiperfagias compulsivas con trasfondo emocional. A mediados de los ochenta, científicos del Instituto Tecnológico de Massachussets (EE UU) demostraron el efecto beneficioso de las cerezas sobre la moral baja.

Todos sabemos del efecto sobre el animostato cerebral del chocolate "cuanto más negro mejor", ya que el cacao es un nutriente con alto contenido de triptofano, que es el precusor de la mitificada serotonina cerebral. Dos prestigiosos psiquiatras mallorquines (la doctora Olga Ibarra de Son Espases y el doctor Mauro García Toro en la UIB) han hecho investigaciones sobre el efecto beneficioso de la dieta mediterránea y la actividad física regular, en la patología depresiva. El doctor Mauro García es el investigador español más puntero en un nuevo tratamiento de la depresión: la estimulación magnética transcraneal, que realiza en la UIB. Ellos ponen de manifiesto los efectos beneficiosos de caminar una hora diaria, a buen ritmo (no como se camina viendo escaparates o cuando perdemos el avión), con sol (obviando las gafas) y si es posible con buena compañía y buen escenario visual.

El nordic walking es muy aconsejable e útil si se puede practicar. Nuestra dieta falla a la hora de aportar los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de nuestro cerebro. La comida chatarra o basura no sólo nos hace obesos sino que no aporta nada a nuestro circuito límbico y a la conectividad cerebral. Esta dieta, que se ha globalizado, se caracteriza por un alto contenido en alimentos procesados, azúcares y grasas saturadas. Este tipo de alimentación no sólo es responsable de la epidemia de obesidad a la que se enfrentan los países desarrollados, además tiene gran parte de culpa en el aumento de la depresión y la ansiedad. La buena noticia es que la dieta de la felicidad está formada por alimentos que nos gustan.

Es una dieta basada en vegetales, pero la carne y el pescado son componentes importantes. Y los carbohidratos también tienen cabida. Estos son los nutrientes y principios activos que promueven la felicidad y más influyen en nuestro estado de ánimo, así como los alimentos más ricos en éstos, que debemos priorizar en nuestra dieta si queremos cuidar nuestro bienestar emocional: ácidos grasos omega 3 (pescados azules como el atún, el salmón o la caballa). Triptofano: abundante en los huevos, la leche, los cereales integrales, los dátiles, los garbanzos, los frutos secos y los plátanos. Vitaminas B y C. Las vitaminas hidrosolubles del tipo B y C son esenciales para nuestro bienestar emocional y físico, dado que cumplen un papel fundamental en nuestro organismo. La falta de ambas vitaminas provoca cansancio y debilidad.

Además las vitaminas B1 y B6 tienen un papel muy relevante en el buen funcionamiento del sistema nervioso. El ácido fólico también pertenece a este grupo de vitaminas (es la B9) y algunos estudios aseguran que su carencia está relacionada con una mayor propensión a desarrollar depresión. Se encuentra, sobre todo, en la casquería, las verduras de hoja verde y las legumbres. La vitamina B se encuentra en la carne, pescado, huevos, lácteos, levadura de cerveza, germen de trigo. La vitamina C se encuentra en muchos vegetales y frutas, aunque la mayor concentración se encuentra en el pimiento, el perejil, el kiwi, el brécol y los cítricos y por fin los denostados hidratos de carbono: aunque en una dieta saludable no debemos abusar de los hidratos de carbono, estos son esenciales para nuestro organismo.

Es el alimento que más rápidamente nos da vitalidad y además, nos pone de buen humor, pues provoca una satisfacción que no te dan otros alimentos Todos conocemos el el efecto positivo de la música. La primera musicoterapia que recibimos todos fue las canciones de cuna con que nuestra madre nos tranquilizaba, arrullándonos con su mirada cálida y la ternura de su tacto. Es muy útil en los niños con trastornos psicologicos, en pacientes oncológicos y en patologías mentales como: la esquizofrenia, la depresión, la ansiedad y el estrés. Sobresale la música clásica: Haendel, Mozart, etc. Algunos preferimos algunas canciones de Bob Dylan, Springsteen y el incomesurable Leonard Cohen (Show me the place por ejemplo) y ciertos temas de new age.

Un método tambien útil es el Tomatis. Tampoco olvidemos las necesarias dietas psicológicas que también ayudan a mejorar nuestro bienestar emocional: la dieta de cambiar nuestra perspectiva temporal: ama tu pasado, disfruta de tu presente y piensa, sin preocuparte demasiado, en tu futuro, que habríamos de proyectarlo planificando acciones que nos ilusionen, es decir generando deseo o bien trascendentalizándolo que es lo que hacen las personas que viven congruentemente con sus creencias religiosas.

Pero también está la dieta de gestionar de forma adecuada nuestras emociones negativas, la del perdón, la de rentabilizar racionalmente la culpabilidad, la de cuidar la calidez en nuestro vínculos, la de mirar a los otros y reducir nuestra autofilia y nuestra proyecciones, la de renunciar a la quejorrea, la de suprimir el sadomasoquismo en nuestra relaciones interpersonales, la del ayuno a despellejar al prójimo, que genera una gran toxicidad social, la renovar el compromiso con nuestros amigos, etc.

Qué duda cabe que deberíamos revisar periódicamente nuestra ITV emocional. Por otra parte esta claro que el depredador más importante para anular nuestro bienestar emocional y sumirnos en la miseria anímica es la depresión. No se olviden, ahora que viene el otoño, que los cuadros depresivos pueden reactivarse. Acudan a su médico. Hoy está claro que el abordaje terapéutico de una depresión es un adecuado y racional tratamiento psicofármacológico y una adecuada y personalizada psicoterapia. Por supuesto la dieta familiar de apoyo es insustituible. Ustedes no son culpables de estar deprimidos pero son corresponsables de su curación, comprometiéndose a cumplir con las instrucciones de su médico y con un adecuado estilo de vida. Si padecen una depresión tengan esperanza: están mal pero volverán a estar bien.

*Psiquiatra en Son Espases y coordinador del Centro de atención integral de la depresión