Como estaba previsto, la formación de los independentistas conservadores de Québec, el Parti Québecois (PQ), ha ganado las elecciones en la provincia francófona del Canadá y su líder, Pauline Marois, gobernará en minoría. Después de haber superado un intento de atentado que pudo causar una tragedia. Aquí, la noticia de estas elecciones provinciales sólo ha adquirido notoriedad en Cataluña, donde CiU mantiene estrecha relación con el PQ. Y en las referencias publicadas, se advierte cierta decepción porque la vencedora de los comicios, en lugar de hacer un canto soberanista y disponerse a convocar un nuevo referéndum para conseguir la autodeterminación (como se sabe, ya se han celebrado dos, ambos fallidos, en 1980 y 1995), ha razonado que no es momento de hablar de estos asuntos sino de resolver la grave situación de la economía, como de hecho exige la mayoría de los electores.

La lección para CiU es evidente: en plena recesión económica, con un paro insoportable y con las expectativas de futuro muy negras, no es tiempo de florituras identitarias ni de aventuras autodeterministas sino de arrimar el hombro y de contribuir con el máximo esfuerzo a salir del atolladero.