Hace unos años visité la casa-fundación de Robert Graves en Deià, de la mano de su hijo, Guillermo para nosotros desde hace décadas y de su esposa Elena, admirando entre otros muchos recuerdos, unas fotos donde aparecen el mismo Robert Graves dialogando y gesticulando jocosamente con Joan Miró y Camilo José Cela, con la eternidad como testigo. Y ello me hizo recordar el día en que ayudé a transportar el cuerpo del escritor inglés hasta su última morada, en el cementerio de Deià, en cuya lápida sólo se le llama, pero con cuánto acierto, poeta. Esta fue su voluntad pues aunque no fuera por la poesía que alcanzó la popularidad de las masas, si lo fue por el reconocimiento de las universidades, particularmente americanas y anglosajonas.

Así que tampoco pude dejar de recordar la cabeza cana de senador romano de Robert Graves, en una fila delantera en el festival de teatro, al aire libre, en los aledaños de la catedral en una noche de verano de muchos años atrás.

Actualmente, al parecer, hemos perdido, entre otras muchas cosas, el gusto por el teatro clásico español. Afortunadamente la catedral continua ubicada donde siempre y, aprovechando esta circunstancia, una institución privada, la Obra Social de la Caixa, dejó claro ejemplo en 2006 de lo que podía hacer un escultor polaco, Igor Mitoraj, afincado en Italia, cerca de las canteras de mármol de Carrara, donde Miguel Angel plantó su cincel para esculpir sus estatuas y luego pintar cúpulas como en la Capilla Sixtina, que atraen a millones de turistas cada año a Roma. Mitoraj, por su parte, ubicó alrededor de la catedral y en el entorno del palacio de la Almudaina, estatuas que superaron la gravedad de la materia, dando la sensación de estar allí con el ánimo de quedarse, en armonía plena con el entorno ciudadano. Sus figuras mitológicas pensadas para ser expuestas en espacios privilegiados entusiasmaron a los innumerables paseantes, tanto autóctonos como turistas y particularmente a los residentes foráneos.

Tal vez sea, intervino mi amigo sueco de Estocolmo, porque a mi entender, el turismo en Mallorca bebe en dos fuentes complementarias: vuestro turismo clásico, por llamarlo de alguna manera, del que todos lo sabemos todo y el turismo residencial del que aparentemente nadie sabe nada, y ello no es ninguna ocurrencia surrealista.

Este no es el caso, le dije, de países como Francia que se desviven para activarlo y protegerlo, en latitudes próximas a las nuestras, como son la Costa Azul y la Provenza y también Italia, particularmente en la Toscana. Ocurre que escribir sobre el turismo residencial, libre de prejuicios, para alguien que ha estado vinculado toda la vida a nuestro turismo de masas es complicado porque tengo un ego que me persigue como una complicidad y me resta objetividad. Por contra siendo tú mismo residente extranjero en Mallorca puedes ofrecer tu versión de este turismo no reconocido por nosotros y siendo también economista puedes hacer una valoración ponderada de la situación, indicando porqué elegiste Mallorca en vez de la Provenza, o la Toscana o Turquía, por ejemplo.

Empezaré por decirte, enfatizó ya consciente de su responsabilidad, mi amigo sueco de Estocolmo, que en Palma en el 2009 había censados en el Ayuntamiento 34.149 extranjeros de la Unión Europea. Muchos de ellos con casa propia como es el caso del 60% de los residentes en Son Vida, o los miles de foráneos con casa en la isla esparcidos por toda su geografía, lo que supone una inversión de muchos miles de millones, que nunca ha sido considerada ni cifrada, con un gasto permanente durante los doce meses del año, incluyendo personal, muebles, jardinería, cuyo gasto puede quedar reflejado en el hecho que en la tienda Gourmet del Corte Inglés, según parece el 40% de las compras en temporada baja y el 65% en temporada alta las realizan los residentes extranjeros. De igual modo muchos de los restaurantes de Mallorca se nutren de los mismos residentes por bien que carezcamos de estadísticas a este respecto.

Y, ya algo cariacontecido, le pregunté, mirando a ninguna parte: "Y, ¿qué crees que deberíamos hacer para promocionar o al menos mantener la cuota de residentes foráneos en nuestra Comunidad pues me consta que muchos de ellos han puesto sus casas en venta?".

La guía británica de turismo por países Eyewitness Travel Guide, matizó mi amigo sueco, la más popular y representativa de la Unión Europea presenta la Provenza a través de los artistas Chagall, Van Gogh, Matisse, Renoir, Cocteau, Picasso, de los escritores que compraron casas y vivieron en ellas, Camus, Graham Greene, Sommerset Maughan, de sus festivales como el Festival de Teatro de Avignon, el Festival Internacional de música clásica de Aix-en-Provence, de cine de Cannes, los museos, particularmente la Fondation Maeght de Saint Paul de Vence. Mallorca, por su parte, está representada por el siguiente comentario "Desde el punto de vista cultural, Mallorca es, con mucho, la más rica de las Islas Baleares, con notables galerías de arte e interesantes museos". Según parece solo los franceses y los italianos creen que el arte y la cultura promocionan el turismo.

Por lo que me cuentas, le dije, no nos merecemos ninguna mención a Joan Miró, Robert Graves y Camilo José Cela. También es verdad que no hicimos absolutamente nada para que Mario Vargas Llosa se comprase su deseada casa en Deià, Tal vez sea porque para nosotros el arte y la cultura no forman parte de lo que otros consideran prioritario. Esto explicaría el desinterés político por nuestro Festival de Ballet que desde hace 15 años hace las delicias de muchos miles de residentes foráneos porque no se promociona en el exterior.

Dos fórmulas antagónicas se ofrecen para por ejemplo promocionar turísticamente un municipio. La forma preferida por los ediles es desplazándose personalmente y a menudo acompañados, para asistir a todas las ferias turísticas, principalmente a las de Berlín, Madrid, Londres y París. Otra fórmula menos convencional y más del gusto de los ciudadanos de a pie es manteniendo el municipio limpio, tanto en sus playas si son costeros como en sus calles, con cuentas transparentes y priorizando lo productivo. Tal vez el error del responsable del Festival de Ballet de nuestra Comunidad ha sido optar por la segunda fórmula.

Algunos afirman, insistió mi amigo sueco de Estocolmo, que en realidad, las arcas están vacías pero la cultura universal para el turismo residencial es tal vez lo último en liquidar y lo primero en promocionar.

A estos nórdicos , pensé, les encanta tener siempre la última palabra.