La historia de Miguel Ángel Ferriol, un atleta trasplantado de hígado que ha cobrado relevancia el pasado domingo gracias a la emotiva carrera que protagonizó en la I Cursa de Son Espases, se ha convertido en viral en las redes sociales.

Trasplantado de hígado hace nueve años en el Clínic de Barcelona, este palmesano de 57 años recuerda la fecha casi como la de su segundo nacimiento. "Apenas me quedaba un mes de vida, tenía cirrosis con hepatocarcinomas. Clínicamente estaba casi muerto. Entré en lista de espera y tuve mucha suerte porque a los cinco días ya estaba operado. Figuraba en el puesto número dos y no sé qué le pasó al primero pero el hígado fue para mi. Todo fue muy rápido. Me avisaron por la noche, cogí un avión a las siete de la mañana siguiente, a las ocho y cuarto ya estaba en el Clínic y a las seis de la tarde en la UVI, ya trasplantado, tras una intervención de ocho horas", rememora Miguel Ángel, que ahora concluye que "un mes más tarde y no habrían llegado a tiempo. Quizá me benefició el hecho de que tuviera un tipo sanguíneo muy común", baraja.

La vida le cambió. Pasó de desarrollar una actividad empresarial a una prematura jubilación. Disponer de tiempo le animó, hace ahora un año, a ponerse las zapatillas deportivas y a correr. "Hago entre 8 y 12 kilómetros diarios, pero a mi ritmo. Me pasan caminando", bromea.

"Me hacía ilusión correr una carrera y, como siempre pienso en la familia del donante que hizo posible que yo esté aquí, participé con la inscripción ´Yo corro por mi donante´ en la camiseta", relata los prolegómenos de su participación en la I Cursa de Son Espases celebrada el pasado domingo, una prueba que consistía en dar dos vueltas al hospital hasta completar un recorrido de 8 kilómetros y para la que la organización había establecido un tiempo máximo para realizarla de una hora.

"Antes de salir de Son Espases ya iba el último. Y al comenzar la segunda vuelta ya me habían doblado todos por lo que uno de los organizadores me dijo ´tira ya para la meta´, pero yo quería completar el recorrido y seguí corriendo entre los ánimos del público", relata Miguel Ángel. Al pasar por el control de avituallamiento, varios voluntarios se le sumaron en un acto de solidaridad para ayudarle a completar el circuito. Miguel Ángel insiste en desvelar los nombres de estos jóvenes: Aina, María, Alicia, Laura, Joan Ignasi y Marc, estos dos últimos escoltas de Eladi Homs, le escoltaron hasta la meta.

Una meta en la que Miguel Ángel ya no confiaba en encontrar a nadie más que a su mujer y a unos familiares con los que tenía pensado regresar a casa. Pero con lo que no contaba es con que su mujer había pedido a la organización, que ya estaba retirando todo el dispositivo, que le esperasen y le guardasen una medalla. "Me estaba esperando un montón de gente, incluso la consellera (de Salud, Patricia Gómez), con una medalla en la mano. Me sentí abrumado", rememora aún emocionado y sin olvidarse de Mar, una de las voluntarias que dio la primicia de esta historia vía Twitter, y que en el transcurso de la conversación que este diario mantuvo con Miguel Ángel le comunicó que se acababa de hacer donante.

Porque esta es la lección de esta historia. "Aunque este país es pionero en la donación de órganos, hay que animar a la gente a que lo haga más. Porque donar hace feliz a mucha gente", anima. Ahora este trasplantado se marca otras metas. "Mi máxima ilusión es correr una maratón. Si consigo correr durante seis horas seguidas, igual lo intento. Ahora, de momento, me conformaré con una media maratón", concluye este corredor que el pasado domingo completó los ocho kilómetros del recorrido en 1 hora, 25 minutos y 18 segundos, a una media de 10: 40 minutos por kilómetro, y que llegó el último de los 369 corredores inscritos pero con la misma ilusión que si hubiera sido el primero en traspasar la meta.