"¡Un centenario! ¡100 años de existencia! Qué fácil es decirlo, pero qué difícil conseguirlo." Así empieza la presentación del libro 'Primer cententario' del Col·legi Oficial de Veterinaris de les Illes Balears, que ahora ya tendría que ser 'Primer centenario y una década', técnicamente, porque el centenario se cumplió en el año 2007. El señor libro del que se habla llevó casi una década de trabajo.

El presidente del Col·legi Oficial de Veterinaris de les Illes Balears (COVIB), Ramon Garcia, que es quien firmó la presentación del libro, cuenta que lo que querían conseguir era editar un libro "fácil de leer". Fue por eso que eligieron a Tomás Vibot, con palabras del presidente del COVIB, "alguien con capacidad para la investigación histórica y con diversas publicaciones". Necesitaban un escritor que dominase el lenguaje, porque la finalidad última es que alguien que no sea veterinario lo pueda leer. También se contó con la ayuda de Bartomeu Anguera, antiguo presidente del COVIB y presidente honorario de la entidad.

Con las primeras entrevistas a algunos de los veterinarios más veteranos de las islas, y después de hacer una primera recopilación de información, se dieron cuenta de algo: "había grandes lagunas sobre la historia de esta profesión". Por este motivo, explica el presidente, el trabajo de búsqueda fue muy exhaustivo. "Antes de conseguir el documento final, se hicieron hasta cuatro borradores".

Pero, al final, el pequeño animalito nació. El resultado es un libro que, más que ser un repaso de la historia del COVIB, parece un homenaje a la historia de la profesión. No es un libro cronológico, sino que se divide por temáticas y sus respectivas cronologías. Hay información de los antecedentes de la profesión veterinaria, pasando por las creaciones de los primeros colegios del ámbito en Europa, hasta un repaso de las actividades más destacadas del COVIB. Las páginas están adornadas con fotografías antiguas y recientes, y con imágenes de archivos y documentos históricos.

Desde 1907

En el año 1902, se constituyó el primer Colegio de Veterinarios en Balears, porque la Asociación de Veterinarios, que fue su "paraguas" reglamentario durante un tiempo, tal y como se explica en el libro, "no cubría ni satisfacía" las necesidades de los veterinarios de la provincia. Por eso, un 29 de enero del 1902, se celebró en Palma una asamblea de veterinarios de la provincia, en la cual se aprovaron los estatutos que regirirían el nuevo colegio. Antoni Bosch Miralles fue elegido presidente, siendo así el primer presidente del Colegio de Veterinarios. Y fue en el año 1907, que el colegio se reconoció como 'oficial' desde el punto de vista legal, y así como se declaró entonces se conoce ahora: Col·legi Oficial de Veterinaris de les Illes Balears.

Aún así, la profesión no gozaba de mucho reconocimiento social, pues los salarios eran bajos y había mucho "intrusismo" en el oficio, según se explica en el libro. El "intrusismo" se refiere a practicar el oficio de veterinario sin tener ninguna titulación alguna cuando, desde hacía algun tiempo, ya existían "formaciones".

Este "intrusismo" no era propio solamente de las islas, sino que era algo que pasaba en todo el Estado. Por esto, el colectivo Veterinarios del Estado empezó a reivindicar que los profesionales de la veterinaria fueran reconocidos como 'Autoridad Sanitaria'. El reconocimiento llegó en el año 1928.

Este hecho fue, como se dice en el libro, "un nuevo y gran paso para la dignificación y reconocimiento de una profesión y colectivo que, al final, una de sus más importantes misiones es salvaguardar un tema tan trascendente como la salud pública".

Ahora, declara el presidente del COVIB, ser colegiado da "amparo" a los profesionales de las islas. Además, apuestan por la contínua formación de estos, y vigilan el cumplimiento de su código deontológico. Organizan más de veinticinco actividades anuales focalizadas en diferentes ámbitos del oficio, desde la higiene de los animales, el ámbito clínico, el cuidado y organización del ganado o el control de los alimentos, intentando que sea desde una perspectiva amplia.

De puertas para fuera

Pero la gran virtud del libro 'Primer centenario' es que está hecho de puertas para fuera. Es una invitación a ver el mundo de la veterinaria con toda su complejidad. Una lectura reveladora para aquellas personas que cuando piensan en veterinarios solo les viene a la cabeza la clínica donde vacunan a sus mascotas.

Y no van mal. Ramon Garcia confirma convincente que la parte "clínica" de la veterinaria es muy importante y, de hecho, asegura que las Balears fueron pioneras en este campo.

El presidente destaca tres veterinarios que apostaron por el ámbito clínico, sobretodo con el cambio de "papel" de animales como el perro, que antes de ser animal de compañía era un "ayudante" en el trabajo. Además de eso, influyó la evolución de la isla: pasó de ser un territorio agrícola a un territorio de servicios. Venían turistas con animales de compañía, por tanto, este era un servicio emergente cada vez más requerido.

Estos pioneros, según Ramon Garcia son: Ramon Aguiló, que abrió la primera clínica en este sentido; Lluís Maria Pomar, "que fue un auténtico referente" y presidente de la Asociación Internacional de Pequeños Animales; y Pep Aguiló, con el que muchos veterinarios de la península venían a formarse para ejercer en el ámbito de la clínica para 'pequeños animales', expresión que se utiliza en el mundo veteriario para referirse a los animales de compañía. Pero esto es solo una parte de todo lo que implica ser veterinario, y el 'todo' es, precisamente, lo que descubre el libro editado por El Gall Editor.

"Somos funcionarios de la salud pública". "La evolución de la ganadería va muy ligada a la evolución de la veterinaria". Voilà. Los albéitares no son solo los que cuidan los animales. O sí, si se entiende por 'cuidar' el hecho de procurar unas buenas (y eficaces y rentables) condiciones para el animal que luego será comida. Es una "profesión sanitaria, nos encargamos de cuidar la salud de los animales y, como consecuencia, de las personas". Sobre el muy criticado, en nuestros días, sistema de producción animal a gran escala, Ramon Garcia explica que, en su momento, este sistema funcionó y se optó por él porque era una manera eficiente de aprovisionar a mucha gente de comida, pues era muy barata. Sin embargo, confiesa que el movimiento slow se plantea cada vez más en el ámbito veterinario que se encarga de "hacer" que lo que comemos sea bueno.

Mundo cambiante

"Es mejor que un animal esté en buenas condiciones y que no sufra, porque no enferma y, al final, esto también es eficiencia". Además, la gente está cada vez más dispuesta a pagar por productos slow, que vengan con ese "valor añadido": una producción lenta y cuidada.

En el mundo veterinario, esto tiene mucho sentido. La evolución pasa por repensar los marcos establecidos en algún momento e intentar adecuarlos a las demandas del presente, entendiendo que la gente y el mundo son cambiantes.

Lo que no cambia es su función, firme desde el principio. El lema de la profesión, que Ramon Garcia explica con estusiamo, aunque lamentando que no sea conocido, o reconocido, por algunos sectores de la población es: " Higia pecoris salus populi"; "el higiene del ganado es la salud de la sociedad".

Son, pues, los que vacunan a los perros, los que curan a los gatos, y los que llevan más de cien años cuidando los alimento, que son salud.