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Comercio

"Algunos creen que Mallorca es Hollywood y no saben lo duro que es el invierno"

Las patronales mallorquinas admiten que las empresas locales no pueden asumir los costes aceptados por franquicias y competidores extranjeros

La primera línea registra la mayor demanda. M. Mielniezuk

"Cuando buscamos un local y vemos que nos piden una burrada, los mallorquines rechazamos ese precio pensando que nadie va a querer pagarlo y damos como seguro que nos volverán a llamar para ofrecernos el correspondiente descuento. El problema es que no nos llaman. Porque al final se lo ha quedado un extranjero", señala el presidente de la asociación de restauración de Mallorca, Alfonso Robredo. "Los isleños sabemos lo duro que es el invierno y no nos salen los números, pero hay gente que se piensa que Mallorca es Hollywood", añade.

Ahí radica el problema, según coinciden en señalar tanto Robledo como los presidentes de las patronales de comercio Afedeco y Pimeco, Rafael Ballester y Bernat Coll respectivamente: las excelentes temporadas turísticas de los últimos años han ido acompañadas de la sensación de que en la isla "se está ganando muchísimo dinero", y los propietarios de los locales también quieren sacar tajada. Es decir, están encareciendo los alquileres de las propiedades con mejor ubicación hasta niveles que muchos no pueden o no quieren asumir. "Un bien vale lo que alguien está dispuesto a pagar por él, y hay gente que está dispuesta a pagar demasiado", añade Robledo.

Este problema preocupa, y mucho, a las patronales isleñas, según subrayan los responsables de las citadas organizaciones empresariales. Porque el fenómeno que se está viviendo en la isla supone modificar la configuración del tejido comercial y de la restauración de las principales zonas, pero además pone en riesgo la continuidad de muchos negocios, que no sobreviven tras un traslado.

Por lo que respecta a la citada configuración, el presidente de la comisión de Comercio Interior de la Cámara, Pedro Mesquida, lamenta la paulatina pérdida de uno de los atractivos del centro de Palma: su carácter "multimarca" de la mano de la implantación de una enorme variedad de establecimientos tradicionales. Porque buena parte de las franquicias, recuerda, se pueden encontrar en Londres, Berlín o en cualquier ciudad europea. Pero añade otro factor: el empresario mallorquín gasta sus beneficios en la isla, mientras que las franquicias, aunque crean empleo, se llevan fuera buena parte de esos ingresos.

De comerciante a arrendador

Bernat Coll lamenta estos cambios, pero no oculta que la transformación ha llegado también de la mano de muchos comerciantes, propietarios de sus locales, que a la vista de los jugosos alquileres que pueden conseguir optan por abandonar su actividad tradicional para pasar a vivir de esas rentas "sin tener quebraderos de cabeza". Porque contar con un establecimiento en las rutas turísticas, y muy especialmente en las inmediaciones de la Catedral, garantiza un elevado tránsito de visitantes.

Pero ahí aparece precisamente un punto débil: la dependencia que muchos de estos negocios tienen de la presencia de los turistas, porque el consumo de los residentes sigue débil y además se está viendo golpeado por la subida de precios, como en el caso de los carburantes.

De ahí la insistencia de Robledo y Mesquida respecto a la dureza del invierno y a la dificultad de muchos empresarios locales de asumir los alquileres que se reclaman en algunos puntos de la isla. Coll también hace hincapié en ese tema: las ventas del sector en las zonas turísticas no están teniendo una evolución tan positiva como la que aparenta por el aumento en la llegada de visitantes debido a su bajo poder adquisitivo.

El presidente de Pimeco añade otro factor que golpea al sector en un momento de alquileres alcistas: el exceso de oferta, con un número de establecimientos demasiado alto, y más si se tiene en cuenta la reciente apertura de una nueva gran superficie.

A lo expuesto se añade que muchas empresas que han optado por dejar su local tradicional para buscar un emplazamiento menos gravoso han padecido una caída de su clientela, con el resultado de verse obligados a cerrar de forma permanente, según lamenta Rafael Ballester, lo que ha supuesto la desaparición de algunos nombres comerciales de gran tradición en Mallorca.

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