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Turismo

Mallorca se asegura por lo menos dos veranos más de negocio máximo

Los touroperadores confirman que quieren más plazas para 2017, pero los hoteleros son reacios a dárselas: quieren maximizar la rentabilidad con menos cupos de precio cerrado - Les piden camas hasta en noviembre - El sector abre el debate: toca planificar hoy el día después de la recuperación turca

Turistas pasean por Palma en este verano de ventas máximas y abarrote b. ramon

Hay tortas por Mallorca. Las hubo el año pasado, las ha habido este verano, y seguirá la pelea durante "al menos otras dos temporadas". Lo confirman los hoteleros de la isla, que aseguran que si no ocurre nada raro y luctuoso, Mallorca tiene garantizado otro llenazo veraniego en 2017 y "muy probablemente en 2018 y algún año más". Así que la saturación tan lucrativa de hoy se repetirá mañana. La razón es la misma desde 2011, solo que elevada exponencialmente: desgracia ajena. Terrorismo y revolución. Y ahora, golpe de Estado. El declive de Túnez y Egipto explica la demanda disparada desde hace cinco años, pero el estallido turco es el que realmente ha provocado la estampida de touroperadores hacia Mallorca.

Lo confiesan ellos mismos, que ya han negociado precios para el año que viene y saben que no hay mucho que regatear: los empresarios de la isla se saben en posición ganadora. Tienen las habitaciones que todo el mundo quiere. "Ya no cuela ni eso de que en el futuro puede no ir tan bien y entonces nos acordaremos de que no han sido generosos", bromea un directivo de Monarch, que lo zanja con deportividad: "Son negocios. Ya nos tocará a nosotros. Ahora de momento ganan los hoteleros y hay que pagar". Y bien. Un 10% más en la mayoría de casos, aunque hay incrementos de hasta el 15%, confiesa él mismo, que circunscribe esa subida a quienes han invertido en mejorar sus establecimientos, que son mayoría en una isla en la que la mitad de los hoteles se han renovado, cosechando aumentos de rentabilidad de entre el 50 y el 65% en solo cinco años. Una barbaridad.

Que encima será más bárbara. Tanto que hasta en el habitualmente cauto sector hotelero hablan abiertamente de "subidas medias del 6%""subidas medias del 6%", que son más cuando media calidad al alza. "Los hoteleros hoy tenemos la sartén por el mango", dice uno de los que suelen hablar claro, Sebastiá Darder, líder del sector en Palmanova y Magaluf, que detalla que para el año que viene los touroperadores han pedido "como poco" el mismo cupo de plazas que este año. "Algunos quieren más habitaciones, pero hemos sido reacios". ¿Por qué? Pues porque una vez que el hotel se garantiza un suelo sólido sobre el que crecer, busca la máxima rentabilidad, y eso no pasa por las ventas con descuento y en bloque a los touroperadores europeos. "Y menos en el caso de los hoteles que nos hemos renovado. Aunque ya el año pasado no sorprendió que incluso hubo subidas que no esperábamos en los que no invirtieron. Pero aún así creo que es un error: es el momento de seguir elevando calidad, está dando resultados".

¿Cinco años más de lleno?

Con lo que Mallorca aún no ha cerrado 2016 y ya empieza a prepararse para hacer caja y aguantar agobios en 2017. Y más allá. "Quedan otro cuatro o cinco años buenos", vaticina Antoni Mayol, hotelero y líder de los hoteleros de la zona que más pronto está empezando la temporada y más tarde la cierra: Peguera. Su diagnóstico coincide con el del resto de hoteleros. E incluso con el de los touroperadores. Aunque con matices: mientras los touroperadores se quejan del esfuerzo que les suponen subidas de precios de hasta el 15%, los hoteleros rebajan ese incremento al entorno el 5-6% medio. "Hay momentos de vacas flacas y gordas, y ahora estamos en el segundo caso, mejor posicionados y con facilidades para negociar porque hay demanda. Luego la subida depende de la capacidad de negociación de cada hotelero, y del estado de cada establecimiento. Subirán los precios en general, está claro, pero no barbaridades, que luego hay que sentarse con los touroperadores y no es tan sencillo Sabemos que nos quedan mínimo tres o cuatro años buenos, y ellos están buscando hoteles para garantizar el completo, que es muy cómodo para el hotelero, pero muchas veces hay opciones más rentables para el hotel", explica, pedagógico, Mayol, que ha visto a los touroperadores cambiar de estrategia a velocidad de vértigo en estos años de crisis en destinos competidores.

El cambio de estrategia

Antes de 2011 y el estallido árabe, los touroperadores ya habían empezado a buscar hoteles con cupos amplios, que al poco de las revueltas se convirtieron en firme apuesta por la exclusividad. El objetivo del touroperador era que al establecimiento solo llegaran clientes suyos. En 2012, con Túnez y Egipto en llamas, subieron la puja por Mallorca: firmaron contratos para no solo tener las habitaciones en exclusiva, sino encargarse además de la gestión del establecimiento, en algunos casos con acuerdo de cinco y siete años de vigencia. Eso convertía al hotelero en rentista, mientras los gigantes de la touroperación se encargaban de todo.

Faltaba el último paso, el imperante desde 2014, el salto más agresivo, el que acaba de golpe con la negociación a cara de perro de cada año: comprar el hotel. Lo hicieron con fruición y así han extendido su red en las islas grupos como Thomas Cook, Alltours y, sobre todo, TUI. Pero eso es historia: la rentabilidad hotelera ha crecido tanto que si sigue a este ritmo en 2018 será el doble que en 2011, así que no interesa tanto vender los hoteles. Y los precios suben. Con lo que apenas hay mercado: establecimientos de 300 habitaciones que en el pasado se habrían vendido por entre 7 y 10 millones de euros, hoy cotizan a 15, con plusvalías del 40 y el 50%. Por lo que la situación vuelve a la casilla de salida, con los hoteleros vendiendo por cupos y pensando seriamente que les compensa apurar al máximo, reducir los cupos de touroperador y restringir las explotaciones en exclusiva. "Lo ideal es garantizarte la rentabilidad con un touroperador [colocar un 60% de las plazas] y quedarte el resto para vender por tus propios canales. ¿Quién puede? Lo intentamos la mayoría", comenta un directivo hotelero, que dice que "en cualquier caso muy muy mal hay que gestionar esta situación para no ser muy rentable en este contexto".

Este contexto: la debacle ajena, ya saben. Esa que va a durar como mínimo otros dos años, aunque probablemente serán más. Quizá cinco, como decía Mayol. Quizá solo dos, como sueñan los dirigentes del turismo turco. Pero en cualquier caso algún día la desgracia ajena acabará. ¿Y entonces? "Pues ahora hay una burbuja claramente inmobiliaria, con hoteles, sí, pero inmobiliaria. Los hoteles de Mallorca, a diez años vista, no valen lo que se pide hoy por ellos, salvo quizá alguno muy bien reformado que nadie te va a vender. Por eso no hay mercado", dice un directivo de Tui.

Así que el problema es cómo gestionar el futuro fracaso o pinchazo, planificando ahora, que es todo éxito de caja. ¿Cuanto tiempo hay? "Tendremos un año más de lleno como poco. Pero todo está en manos de Erdogán (el presidente turco), de que ponga paz en el mercado turco, porque Túnez, Egipto y el turismo francés ya estaba descontado. Pero en 2017 los touroperadores no están confiando en la solución turca y están contratando más Mallorca otra vez. Seguiremos al menos un año más de vacas gordas pero algún día llegaran las flacas", enfatiza Francisco Marín, presidente de los hoteleros de Platja de Palma, que deja abierto el debate: a Mallorca le quedan un par de años de éxito de negocio y saturación vital, con lo que toca empezar a planificar tanto el abarrote estival como el día después de la recuperación turca. Que llegará. Mientras tanto, brillará el sol en otro verano de récords de asfixia y negocio.

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