La principal línea de defensa de la Infanta es que era, en los asuntos domésticos, la empresa familiar y los negocios de su marido, una auténtica ignorante.
Ese perfil de esposa cándida , con plena confianza en su marido y analfabeta en asuntos tributarios y mercantiles ha calado en la fiscalía anticorrupción, la Abogacía del Estado y los Servicios Jurídicos del Govern. Las tres partes coinciden en exonerar de cualquier culpa o responsabilidad a doña Cristina por su empresa Aizoon, que en maldita la hora constituyó a medias con su marido.
También las tres instituciones están de acuerdo en que la hermana del rey Felipe VI se gastó, eso sí sin saber su origen ilícito, el dinero ganado por su esposo con sus trampas a Hacienda y al Govern balear.
Vivía en la inopia, pero vivía bien. Ahora, si en el futuro juicio oral prosperan las tesis de los convencidos, doña Cristina deberá devolver unos cuantos cientos de miles de euros de aquellos años felices.
Más vale pasar por despreocupada que sentarte en el banquillo por dos delitos fiscales, piensa la Infanta, algo que, ni en sueños, comparte el juez.
