El consumo se ha convertido en el motor gripado. No hay forma de arrancarlo. Pese a la música de bombo y platillos que desde el Govern se hacía llegar a todos los sectores empresariales bajo el argumento de una temporada turística récord, solo los hoteleros parecen satisfechos con el balance del año, y la imposibilidad de obtener beneficios solo con el gasto de los residentes va a hacer que muchos negocios vuelvan a optar por bajar la barrera hasta que regrese la primavera.

Los profesores de Economía Aplicada de la UIB Antoni Riera y Javier Capó coinciden en que el consumo en un enfermo que sigue en la unidad de cuidados intensivos. Y el segundo de ellos recuerda que su curación es fundamental para superar la etapa de crisis económica. Porque el empleo mejora, el ahorro mejora, la deuda baja de forma positiva y la inversión empresarial empieza a mostrar brotes verdes en sectores muy vinculados a la actividad turística. Pero las familias de Balears se mantienen en economías de guerra. Hay miedo al futuro. Y a gastar.

El problema radica en que para ganar las empresas en competitividad, los trabajadores han visto sustancialmente recortados sus ingresos, ya sea por la vía de la pérdida del puesto de trabajo o a través de una rebaja salarial. Y aunque desde hace más de un año que en las islas se crea empleo neto, éste viene de la mano de muchos contratos temporales. Y cada vez más impera el tiempo parcial, lo que supone trabajar unas pocas horas al día a cambio de unas retribuciones bajas. Eso hace que las familias renuncien a los gastos que vayan más allá de lo esencial para, aunque esos bajos salarios dejen poco margen, destinar la mayor parte posible de la renta al ahorro, que crece, y a reducir su endeudamiento, que baja al no ser sustituido por nuevos créditos.

Esa anemia en el gasto no es expuesta únicamente desde las aulas de la Universitat. Se trata de una percepción prácticamente unánime desde el sector empresarial, salvo el caso ya mencionado de los hoteleros por su relación con la demanda extranjera. Pero comerciantes­ -independientemente del tamaño de las empresas-, restauradores, negocios vinculados al ocio y promotores inmobiliarios esgrimen que no hay mejoría.

Para empezar, el comercio tradicional asegura que este verano ha distado de ser mejor que el anterior pese a las cifras récord de turistas, y las grandes cadenas de alimentación hablan de un crecimiento "decepcionante" a la vista de las expectativas que se habían generado. A ese mensaje se suma la restauración. Y los promotores inmobiliarios llevan años denunciando que los bancos han penalizado a sus clientes para favorecer la venta de las viviendas que estaban en manos de entidades financieras.

Para los próximos meses, cuando la demanda va a depender solo de las familias residentes, el cierre de los negocios dedicados al ocio y de muchos restaurantes es la tónica. ¿Va a haber un cambio de tendencia a corto plazo? Los grandes comercios señalan que la próxima campaña de Navidad será clave para despejar las incógnitas respecto a un posible repunte.