Los enemigos de Perforator Bauzá se mueven. Y sobre todo tragan, vaya si tragan. El pasado miércoles 27 de agosto, Rosa Estarás y Gabriel Company compartieron langosta en el refugio de pescadores del Port de Cabrera. El menú consistía en un arroz de pescado con generosas raciones del preciado crustáceo.

El conseller de casi todo llegó a la isla en la barca de su empresario de cabecera, Juan Pocoví, armador de una de las embarcaciones autorizadas por la conselleria de Company para faenar en el parque. Rosa Estarasburgo veranea en la Colònia de Sant Jordi. La degustación de la langosta a cuatro manos vino seguida por una larga sobremesa, hasta entrada la tarde. Solo faltaba Mateo Isern. La conversación entre la eurodiputada y el líder agropecuario ilustraría a Bauzá sobre la realidad del partido que se le ha escapado de las manos.

Una vez finalizado el ágape, Estarás y Company se trasladaron a sa Cova Blava para disfrutar del paraíso de Cabrera. El conseller reincide en la langosta. Con motivo de las comilonas junto a su entonces colega Rafael Bosch, regadas con Moët&Chandon, no perdió la oportunidad de mentir, bajo la ridícula excusa de que no le gusta el crustáceo. No descartemos pues que la semana pasada, en la última edición de sus festines, separara cuidadosamente las tajadas. Con todo, su contumacia nos reafirma en el mote de Langostino Company.

Tampoco la eurodiputada debutaba en Cabrera, donde se añora como fervoroso entusiasta de la langosta con champán al portavoz del PP en Cort y esposo de Aina Castillo, el vitalista Julio Martínez. Siempre puede alegar que se hallaba en su jurisdicción palmesana. El incorregible Company vuelve a los crustáceos porque asegura que se crece ante las críticas, siempre bravuconeando.

El Nobel conservador de economía Milton Friedman nos recuerda que “las comidas gratuitas no existen”. ¿Quién paga pues el banquete de Company y Estarás? Pónganse en lo peor, bajo el pretexto de que los esforzados pescadores sacrifican periódicamente sus capturas para agasajar a gobernantes a quienes desconocen. Cómo no evocar con nostalgia el código ético que Bauzá juró que impondría a rajatabla, regulando los regalos y convites a los altos cargos del PP. Qué tiempos, en que aún había derechistas que creíamos en el farmacéutico. Empezando por la eurodiputada que lo presentó en Génova, estupefacta ante la evolución y las aventuras ocultas de su protegido.

La langosta agosteña de Cabrera desdibuja las fronteras entre los sucesivos Governs del PP, y no solo por la presencia entre los comensales de la vicepresidenta del penúltimo ejecutivo popular. Pude comprobarlo en mi viaje anual a Copenhague, desde que soy adicto a las teleseries danesas -vea Borgen, no pienso repetirlo-. Paseando por la ciudad tropiezo con un establecimiento farmacéutico, símbolo autonómico balear, que ostenta el nombre de otro destacado político de la isla, un tal Matas. La sabiduría vikinga ha hermanado en una única tarea a los dos presidents del PP, como diría Kierkegaard.

La Reina Ortiz y su marido regresaron a Marivent el pasado fin de semana. Doña Letizia protagonizó una escapada nocturna solo para mujeres, junto a una bella dama muy ligada al Fortuna. El domingo, Felipe VI y su esposa efectuaron, con una frustrada vocación de secretismo, la excursión del camino del Barranc de Biniaraix. Estos turistas, siempre tan intrépidos.

Bauzá debería ilustrar a los Reyes sobre los peligros de emprender excursiones a escondidas. Fuentes del Consolat confirman que el futuro expresident fue atendido el pasado jueves en la clínica privada Rotger. La nueva visita del farmacéutico se inscribe en el proceso terapéutico iniciado a raíz de las vacaciones secretas del farmacéutico por Escocia, de donde regresó con una espina clavada de dos centímetros en la mano derecha que requirió de una radiografía para ser localizada. Por extraño que parezca, Estarás y Company no brindaron a su salud tras el banquete de langosta.

Mallorca está sobrecargada de políticos. Soy cliente fiel del Mercadona de sa Teulera, y en un mismo día de esta semana diviso allí al conseller de Educación Guillem Estarellas, al rejuvenecido exvicepresidente Josep Ignasi Aguiló y al conseller de Vicente Grande que decapitó al anterior, Joaquín García. Recomiendo que se informe por la megafonía del supermercado de que “los suelos están resbaladizos por exceso de escualos”. Ninguno de ellos compró langosta, aquí se paga.

También en el flamante complejo tenístico de sa Teulera jugaban hace poco un arquitecto y José Antonio Navarro, hoy en prisión como supuesto extorsionador en su calidad de jefe de la Policía Local de Calvià. Sé que lo conozco, pero no logro ubicarlo en mi catastrófica biografía. El encarcelado era asiduo del Sporting de Portals. Practicaba un tenis pundonoroso, en la línea que ha otorgado celebridad a la escuela mallorquina de este deporte. No mandaba, lo más grave que puede decirse de él.

Hablando de tenis, la publicidad en cines del gimnasio de Carlos Moyá supera en calidad a las películas en cartelera. Sin obsesionarse con cuerpos perfectos ni musculaturas inexpugnables, un alegato sobre el goce del ejercicio con independencia de la anatomía y de la edad. También ayuda que no aparezcan ni el tenista ni Carolina Cerezuela. Ambos han visitado Cabrera con el personaje más poderoso de esta página.

Reflexión financiera. “Los atracadores deberían ser condenados por intrusismo bancario”.