El 11 de diciembre de 2002 Iñaki Urdangarin remite una larga carta (cuatro folios) por Internet a un íntimo amigo, Iñaki Mújika. El receptor, experto en filosofía griega, fue quien facilitó al duque de Palma el nombre de Nóos para su nuevo proyecto: una consultoría de empresas sobre marketing deportivo y proyectos de desarrollo que va a montar con su antiguo profesor en Esade, Diego Torres.

Urdangarin usó dos de los términos pensados por su amigo para sus supuestas tapaderas de negocios: Nóos, "la mente como pensamiento" o Areté; "el valor o virtud que pose un hombre cualquiera".

En su misiva el yerno del rey explica a Mújika que quiere dar un cambio de rumbo a su vida. En la consultoría Octagon Express gana 35 millones de pesetas al año, pero no está cómodo al depender de otros jefes: piensan que "soy el abrepuertas de la compañía".

Urdangarin se declara desmotivado por su situación en la empresa y el poco futuro que le ve.

Por el contrario, el esposo de la infanta Cristina alaba a sus antiguos profesores de Esade, que compaginan la docencia con la consultoría.

Iñaki Urdangarin reconoce tener miedo al cambio, pero añade que su esposa le apoya: "Cristina vive como yo mi frustración. Una vez más se pone mi camiseta y me anima. Dios mío qué suerte tengo".

La carta menciona a Carlos García Revenga, el secretario de las infantas en la casa real. "A Carlos García Revenga le doy sana envidia de saltar el precipicio. Él se lo ha planteado alguna vez y nunca lo ha conseguido."

Urdangarin se da ánimos a sí mismo y asegura que dos personas de su entorno le apoyan en el proyecto para independizarse. "Ser mi propio jefe y evitar malas interpretaciones (sobre la utilización de su imagen) me apetece".

El yerno del rey reconoce que tendrá problemas con su nueva consultoría y que se sentirá muy solo en su proyecto. Once años después los sueños de Urdangarin se han convertido para él en una pesadilla por sus negocios en Nóos.