Las 137.731 vacunas contra la gripe A que no fueron utilizadas en las islas tras el cierre de la campaña de vacunación el pasado 15 de abril habrán de ser destruidas en breve porque tienen una fecha de caducidad que expira este mes de agosto y porque serán inútiles para la próxima temporada gripal ya que la nueva vacuna que se dispensará incluirá un antídoto contra este nuevo virus. El dinero que abonó la conselleria de Salud por estos excedentes superó los 964.000 euros

En concreto, Salud adquirió 178.150 preparados contra la nueva enfermedad para preservar a la población considerada de riesgo durante la pandemia– trabajadores sociosanitarios y de servicios esenciales, personas mayores de seis meses con patologías crónicas y mujeres embarazadas– que el martes la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró acabada.

Y al cierre de la campaña de vacunación tan sólo se habían vacunado 40.419 personas, un 22% del total de la población diana. Por tanto quedaron conservados en frío un total de 137.731 preparados que, a un coste medio de siete euros por vacuna, supondrá ahora una pérdida cercana al millón de euros.

A nivel nacional, el ministerio de Sanidad centralizó la compra de 13,5 millones de dosis por un valor superior a los 94 millones de euros y se reservó cuatro millones de vacunas a modo de reserva estratégica en prevención de que la pandemia se situase en el peor de los escenarios posibles. Los otros nueve millones fueron repartidos a demanda entre todas las comunidades autónomas, en las que tan sólo tres millones de personas decidieron inocularse el preparado.

Setenta millones de euros

Por lo tanto, a los seis millones de vacunas sobrantes de las comunidades autónomas habría que sumar los cuatro de la reserva estratégica para alcanzar un total de diez millones de dosis que ahora habrá que destruir. Diez millones de vacunas que habrían costado un total de 70 millones a las arcas públicas.

Pese a este aparente despilfarro, el doctor Antoni Pareja, coordinador de la Unidad de Epidemiología del hospital de Son Llàtzer, sostuvo que "no nos hemos equivocado. Se tomó la decisión de adquirir las vacunas cuando todavía no se conocían las proporciones que iba a tener esta pandemia. Las criticas hubieran llegado de todas maneras. Si hubiéramos adquirido pocas o si, como ha sido, han sobrado muchas. Pero lo importante era tener el riesgo cubierto".

Pareja señaló que, tras el invierno, a diferencia de lo que pasó en el comienzo de esta crisis sanitaria, "apenas hemos registrado casos de gripe A en las islas".

Todavía no está claro qué procedimiento se seguirá para eliminar las vacunas, pues se ha de acordar con las CCAA, propietarias de los preparados. Sanidad, a petición de éstas, colabora en la recogida coordinada de las vacunas sobrantes a través de los almacenes de distribución farmacéutica mayorista, que es donde se están depositando.

El Ministerio no está contabilizando las que se recogen porque es una cuestión entre las CCAA y los almacenes, y además sería difícil saberlo antes de que concluya el proceso. Sanidad ha acordado con los almacenes que colaboren en la recogida y depósito de las vacunas hasta que, probablemente, se entreguen a los laboratorios. La devolución a los fabricantes y su destrucción no tendrá coste para las administraciones, que ya pagaron todas las dosis, tanto las gastadas como las sobrantes.