Precisamente en el doscientos aniversario de la muerte de Alejandro Malaspina, el marino que dirigió la primera expedición científica de circunnavegación española, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), con el apoyo de la Armada Española, pone en marcha su proyecto más ambicioso: la expedición Malaspina. Una nueva circunnavegación al globo con los más modernos medios e instrumentos para evaluar el impacto del cambio global en el Oceáno y su biodiversidad.

Las cifras marean como en medio de una tempestad marina. Cuatrocientos investigadores de todo el mundo participarán en el proyecto. Cincuenta jóvenes completarán sus estudios de postgrado embarcando en algún tramo de la campaña para realizar sus tesis doctorales. Serán recogidas más de 70.000 muestras de aire, agua y plancton de todos los océanos del mundo. Dos buques dotados de la más moderna tecnología, el Hespérides y el Sarmiento de Gamboa, recorrerán cerca de 42.000 millas náuticas durante su singladura. El coste de esta expedición rondará los seis millones de euros.

Y entre todo este despliegue, una veintena de científicos mallorquines –cuatro personas de la UIB, tres del Centro Oceanográfico de Balears y entre 12 y 14 científicos del Imedea– aportarán su granito de arena en este ambicioso proyecto que está coordinado por Carlos Duarte, prestigioso investigador del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea) con sede en la localidad de Esporles.

El grueso de la expedición, que partirá a finales del mes de noviembre de Cádiz a bordo del Hespérides, estudiará entre otras asuntos el papel del Oceáno como sumidero del dióxido de carbono. "El mar diluye el 40% del dióxido de carbono generado por la actividad humana mediante su actividad biológica y sus corrientes marinas", aclara Carlos Duarte.

Otro de los puntos fuertes de esta expedición, explica el coordinador del proyecto, es la investigación del Océano oscuro, a partir de los mil metros de profundidad. "Se estudiarán organismos pequeños, de no más de diez centímetros, que son los que dominan los mares", especifica Duarte.

Las zonas oceánicas con más de 3.000 metros de profundidad comprenden la mitad de la superficie del planeta y son su mayor ecosistema. "Estudiaremos el genoma del oceáno profundo. La exploración de su biodiversidad podrá depararnos importantes descubrimientos que luego podrían aplicarse en biotecnología. Se puede encontrar de todo", se ilusiona Duarte y más teniendo en cuenta que la Humanidad está en pañales en investigación en este ámbito.

En este proyecto, en el que participarán más de 250 científicos españoles de 19 instituciones integrados en 27 grupos de trabajo, hay otro fin oculto. "Otro objetivo de este proyecto es estimular la creación de plataformas de cooperación entre los investigadores de Oceanografía en España. Acabar con una comunidad científica atomizada, con reinos de taifas combatiendo cada uno por su lado, con cuatrocientos años trabajando como el perro del hortelano", arenga Duarte.

El buque Sarmiento de Gamboa partirá a mediados de enero desde Las Palmas con destino a Miami en una travesía de ida y vuelta que se prolongará a lo largo de tres meses. "Hará una sección muy detallada de la zona y estudiará la ruta colombina evaluando las propiedades de las corrientes marinas y cómo los cambios que sufren influyen en el cambio climático. En su retorno, el Sarmiento se convertirá en una universidad flotante de postgrado con quince estudiantes a bordo", explica el científico.

Antoni Bibiloni, de la UIB, desarrollará la web de la expedición, con desarrollos específicos e incluso una visita virtual al buque. "Bibilioni desarrollará una aplicación que nos permitirá enviar vídeos e información en tiempo real desde el buque acabando con las limitaciones que los anchos de banda imponían a este tipo de proyectos marinos", se congratula Duarte.

"Los investigadores del Centro Oceanográfico de Balears se centrarán en estudiar la biodiversidad del zooplancton y también intentarán arrojar un poco más de luz sobre las medusas, evaluar su papel en el ecosistema marino y verificar si está aumentando su presencia y cuáles son las causas de ello", continúa el coordinador de la expedición Malaspina.

Con respecto a los científicos del Imedea, participarán en varios de los bloques de investigación programados. Analizarán los microorganismos bacterianos y la fotosíntesis en los océanos ya que el fitoplancton marino realiza más de cincuenta por ciento de todos los procesos biosintéticos que se hacen en el planeta; estudiarán la genómica de las comunidades de microorganismos entre los mil y los seis mil metros de profundidad, con las posibilidades que este campo abre en aplicaciones de biotecnología y, por último, analizarán las propiedades ópticas del Oceáno, aparte de coordinar el proyecto de gestión de la expedición.

En el Hespérides, a lo largo de sus nueve meses de circunnavegación, la tripulación cambiará constantemente. "Excepto la dotación del buque, el resto de pasaje se alternará. Nunca habrá más de 37 científicos a bordo que irán desembarcando con muestras en las diferentes etapas por una cuestión de operatividad y de ir adelantando trabajo. Yo mismo no estaré a bordo más de cinco meses y medio. Navegar tanto tiempo a veces se hace pesado", concluye Duarte, líder de los malaspinas mallorquines.