Un incendio no sólo arrasa hectáreas de vegetación, sino que en la superficie yacen muertos numerosos cadáveres, en este caso, de tortugas mediterráneas (Testudo Hermanni). A principios de septiembre un fuego forestal, el mayor del verano, devoró casi 15 hectáreas de matorral y monte bajo en la finca de Son Doblons, en Petra. El daño no se limitó a la vegetación sino que las llamas se cobraron la vida de 152 tortugas.

Así se desprende del estudio elaborado por los voluntarios científicos de la Asociación para el Estudio de la Natura en colaboración con el Servicio de Protección de Especies del Govern. El biólogo Samuel Pinya, director de la investigación, explicó que el fuego acabó con el 83,5 por ciento de la población que habita en esta zona. Los voluntarios que realizaron continuas visitas a la zona abrasada únicamente lograron rescatar a un total de 30 tortugas vivas.

La investigación detalla que murieron 152 tortugas: 79 hembras adultas, 39 machos y 32 ejemplares juveniles. Samuel Pinya resalta que el equipo de voluntarios visitó durante varias jornadas la superficie quemada para tomar datos de cada uno de los cadáveres. El estudio, que duró quince días, empezó una semana después del incendio. La finalidad era evaluar los efectos que las llamas tuvieron sobre la población de tortuga mediterránea, una especie protegida e incluida dentro del catálogo balear de especies amenazadas.

Hay que recordar que el incendio de la finca de Son Doblons fue el más grave de la temporada y que fue extinguido rápidamente por el equipo de incendios de la conselleria de Medio Ambiente y los Bombers de Mallorca.

Precisamente en la cuenca del torrente de na Borges, que abarca los municipios de Santa Margalida, Petra o Ariany se localiza una gran población de la tortuga mediterránea. Dicha especie también se encuentra distribuida desde la zona de Artà hasta Llucmajor. Samuel Pinya detalló que en municipios del interior también habitan algunos ejemplares.

El estudio señala que la alteración, pérdida y fragmentación del hábitat producida por los incendios y la urbanización son las principales amenazas para la tortuga mediterránea. La construcción de carreteras en zonas de elevada densidad supone una muerte continuada debido a los atropellos. El informe resalta que otro de los peligros es la cantidad de ejemplares que anualmente recogen los particulares, una práctica que reduce los efectivos reproductores y no reproductores de cada población.

La tortuga mediterránea es una especie especialmente herbívora y frugívora que ocasionalmente se alimenta de carroña de algunos animales muertos como conejos o pequeñas aves. Dichos animales habitan principalmente en montes bajos y matorrales.

Los expertos indican que a principios del otoño y tras las lluvias de verano, las tortugas se dedican a alimentarse para ganar peso y pasar mejor el invierno. En primavera retoman su actividad para recuperar el peso perdido durante los meses de frío. Es a finales de primavera cuando las hembras depositan los huevos, que eclosionan tras las lluvias de verano.