"Perdimos el dinero y tenemos que devolver un préstamo". Lo cuenta uno de los afectados por el timo de las llamadas bolas solidarias.El timo de las ´bolas o burbujas solidarias de la abundancia´ -que consiste en aportaciones tipo piramidal por 1.000, 3.000 ó 10.000 euros con la promesa de recuperar ocho veces más lo invertido en menos de dos meses- ha comenzado a cobrarse sus primeras víctimas.

Así lo comprobó DIARIO de MALLORCA, que entrevistó a Laura, una joven que, al igual que su pareja y otros cuatro familiares de un pueblo del Raiguer, invirtió 1.000 euros y no recuperó "ni un duro". Por eso advierte en nombre de todos ellos: "Es una estafa. Nos estafaron a todos".

Tal como publicó este rotativo el pasado 18 de mayo, primero entra una persona que aporta el dinero y, a su vez, debe conseguir a otras dos personas que también deberán aportar y conseguir a otras dos, quienes igualmente deberán captar a otras dos más.

"Cuando la rueda deja de rodar es automático: alguien se tiene que quedar sin su dinero. Llega un momento en el que la rueda se para y la gente se queda sin cobrar", advertía en mayo pasado Carlos Salinas, portavoz de la Unión de Consumidores (UCE) de Ibiza, quien denunció la consolidación de las ´bolas solidarias´ en dicha isla, donde hay una investigación policial en marcha.

"Todos nosotros nos quedamos sin cobrar porque después de invertir los 1.000 euros cada uno, nos fue literalmente imposible convencer a más amigos o familiares para que entraran, y ahí nos dimos cuenta de que habíamos perdido todo nuestro dinero, pues la ´burbuja´ se estancó. De hecho, hace más de dos meses que pusimos el dinero y ya lo hemos dado por perdido", explica Laura, quien con su pareja sacó un préstamos personal para poder "invertir". Pero las cosas se torcieron: "Perdimos el dinero, tenemos que devolver el préstamo durante los dos próximos años, debemos pagar el seguro y un arreglo del coche, y no tenemos un duro en el banco". Desde que descubrieron que fueron "estafados", el novio de Laura "sufre permanentes ataques de ansiedad" y ella, que de momento no tiene trabajo, está "medicada por un psicólogo".

"Por eso -se sincera con amargura- queremos que la gente sepa que la vida nos ha dado una lección muy cara, pues el dinero más honrado es el que se gana sudando. En la vida no hay milagros, y la única manera que teníamos de recuperar nuestro dinero era estafando a otras personas, pero no fuimos capaces de hacer eso".

¿Por qué entraron? "Porque íbamos muy apretados de dinero, y porque cuando te lo proponen, casi siempre amigos o familiares, prefieres creer, no te planteas desconfiar porque no piensas que tus amigos o familiares te meterán en nada malo. Y cuando estás dentro, defiendes el sistema y piensas ´lo recupero, lo recupero...´. Pero el límite es cuando descubres que la única manera de no perder el dinero es estafando a inocentes. Otros lo harán, estamos seguros, pero nosotros no podemos", afirma.

Durante las reuniones que se hacían en diferentes casas particulares de Palma, Laura dice que les exhortaban a que "no hablaran con extraños sobre las ´bolas solidarias´ para evitar que las ideas fueran mal interpretadas por la gente que no estaba metida en el sistema". "También -dice- nos ´comían la olla´ con que el sistema económico quiere que dejemos todo nuestro dinero en las hipotecas y las tarjetas de crédito, y que esta era una manera de generar dinero por nosotros mismos, una oportunidad que nos daba la vida, y sin que Hacienda nos quitara nada".

Este tipo de comentarios hacen que un especialista como Miguel Perlado, psicoterapeuta de la Asociación de Atención a Sectas y Dependencias Grupales, crea que "no son una secta coercitiva, aunque su funcionamiento tiene aspectos que la emparentan con las sectas".

"Como para curarse en salud, en las reuniones nos recordaban que la entrada era voluntaria, que nadie nos obligaba a hacerlo -recuerda Laura-, que cobraríamos el dinero rápidamente y que luego querríamos entrar en las bolas de 3.000 ó 10.000 euros".

La que dirigía el ´cotarro´ en las reuniones era una supuesta arquitecta que se hacía llamar Mirta: "Ella decía que creía ciegamente en el sistema, que ya había cobrado tres veces y que estaba metida en las ´burbujas solidarias´ de 10.000 euros", explica Laura. "En dos reuniones todos vimos que ella cobraba 8.000 euros, pero también cobraba el dinero de una amiga que nunca venía a las reuniones y empezamos a sospechar que eran la misma persona. Eso, sumado a la tardanza en cobrar, nos hizo ponernos en alerta", dice.

Hoy creen que Mirta les estafó premeditadamente y por ello, primero, intentarán que les devuelva el dinero. "Si no lo hace, le boicotearemos las próximas reuniones, a las que entraremos de sorpresa con gritos para advertir a la gente de que es una estafa. Y por último, haremos la denuncia policial. Pero primero queremos intentar que nos devuelva el dinero, porque hoy en día 1.000 euros es mucho dinero", asegura Laura con rabia.

"Hoy entendemos que si entras en este ´juego´ es porque lo necesitas, porque estás desesperado. Si nosotros hubiésemos tenido 10.000 euros en el banco, no nos hubiéramos metido. Juegan con la desesperación de la gente", reflexiona. Y vista la mala experiencia, tanto ella como su pareja y familiares agradecen que "nadie más de la familia se haya metido, pues en ese caso el daño hubiese sido aún mayor. Mucho mayor", concluye.