­Un mercado cerrado. Es la principal conclusión del último informe de la Comisión Nacional de la Competencia (CNC) sobre el elevado precio que los combustibles alcanzan en España. Una cuestión que preocupa cada vez más al Gobierno por sus consecuencias sobre la inflación en un entorno de recesión económica tratada a golpe de recortes y subidas impositivas. De hecho, el pasado mes de agosto, antes de la entrada en vigor del incremento del IVA, los carburantes fueron los máximos responsables de de la notable subida del Índice de Precios al Consumo (IPC) del 2,2 al 2,7 %.

Las consecuencias, además, de unos precios de combustible elevados son catastróficas tanto para la industria en general, que se ve gravemente afectada en sus costes, como para las economías domésticas, en las que la partida destinada a los carburantes supone un 4,41 % del gasto total familiar (alrededor de 1.300 euros anuales).

España se ha convertido, según el informe de la CNC con datos de 2011, en el quinto país de la Unión Europea con la gasolina de 95 octanos y el gasóleo más caros pese a ser uno de los que soportan menores impuestos

„entre el 42 y el 47 % del precio de venta al público„. De hecho, como pone de manifiesto la Comisión Nacional de la Energía (CNE), los márgenes brutos de las grandes distribuidoras que operan en España han crecido un 20 % desde el inicio de la crisis económica en 2007 hasta 2010, una evolución que para Competencia es uno de los síntomas más claros de que se trata de un mercado muy poco competitivo.

Un argumento corroborado, según se detalla en el informe, por la "existencia de ajustes asimétricos en el precio" de las gasolinas, que son los que provocan que cuando los precios internacionales del crudo aumentan, su repercusión sobre el precio de venta al público en España es inmediata, justo lo contrario que cuando descienden. Un fenómeno denominado en la literatura como ´cohetes y plumas´.

La falta de competencia que tanto critica en su informe la CNC se encuentra presente también en la industria del refino, en la que España es uno de los países europeos con mayor grado de concentración de la propiedad de las refinerías. Cerca del 60 % de la capacidad de refino se encuentra en manos de Repsol y sus plantas de Cartagena, A Coruña, Puertollano, Tarragona y Bilbao. Cepsa controla el 34,1 % de la producción con refinerías en Algeciras, Huelva y Tenerife, mientras que British Petroleum tiene el 7 % en su planta de Castelló. La capacidad de producción de estos tres operadores en España les permite, según Competencia, aprovisionar el 90 % de la demanda de gasóleo A y la práctica totalidad de las gasolinas, por lo que las importaciones apenas tienen influencia sobre los precios. Un dato que destaca el detallado informe de la CNC, es que desde los años setenta del siglo pasado no se ha puesto en marcha ninguna refinería nueva en el territorio español, a pesar de que ha habido alguna iniciativa, como la del proyecto Balboa, promovida por el grupo Gallardo con apoyo de la Junta de Extremadura.

Otra parte fundamental de la estructura de la distribución de los combustibles en España son las cerca de 9.000 estaciones de servicio abiertas, en su mayor parte están vinculadas con los tres operadores mayoristas. Según la Comisión Nacional de la Energía con datos extraídos del segundo informe anual del mercado de hidrocarburos, sólo el 17% de las gasolineras son independientes, mientras que el 83% restante forma parte de las grandes petroleras, siendo de su propiedad o trabajando como estaciones abanderadas.

El principal operador es Repsol, que según los datos elaborados por la CNC, controla un 39 % de las estaciones de servicio y un 45 % de las ventas. Cepsa, con un 16 % de las gasolineras, acapara un porcentaje similar de las ventas, mientras BP, con un 7 % de los establecimientos, tiene entre un 9 y un 11 % del mercado. En resumen, entre los tres grandes operadores controlan seis de cada diez puntos de venta de combustible y siete de cada diez litros de gasóleo A o gasolina 95 que compran los consumidores.

Este control, según la CNC, es fundamental para entender la linealidad de los precios de venta al público, puesto que, con datos de 2011, sólo entre el 0 y el 10 % de las estaciones de servicio de Repsol se desviaron de los precios marcados por el operador, un porcentaje similar a lo ocurrido en Cepsa. La diferencia de España, en este caso, respecto a otros países es definitiva, ya que se "elimina el efecto dinamizador que la competencia ha tenido en otros países como Francia", sobre todo con la apertura de estaciones de servicio en grandes y medianas superficies comerciales. En Francia, los establecimientos que "compiten decididamente por el precio" representan más del 60 % del mercado, mientras que en España, estos distribuidores apenas representan el 3 % de ls estaciones de servicio. La CNC también incide en las dificultades para abrir el mercado a nuevas gasolineras, al continuar sujetas a un régimen de autorización previo y necesitar un proceso complejo de licencias que dependen de diferentes administraciones „autonómicas y municipales„.

Esta situación de falta de competencia provoca, además, notables diferencias de precio según las comunidades autónomas y las provincias. El informe de la CNC relativo a 2011 destacaba que las estaciones de servicio de Valencia, Alicante y Castelló registraban los precios medios de combustible más altos de España. De hecho, el pasado mes de agosto, cuando las gasolina 95 y el gasoil marcaban record históricos en España, en la provincia de Valencia sucedía lo mismo, pero casi dos céntimos por encima de la media. Por ello, no es de estrañar que se recomiende al Gobierno que facilite la apertura de nuevas estaciones de servicio independientes, que regule los contratos en exclusiva de las gasolineras con petroleras y prohiba las recomendaciones de los precios de venta al público.