Rafel Nadal tiene claro que no va a forzar lo más mínimo su rodilla para empezar la temporada.

El mallorquín anunció ayer que tampoco competirá en el torneo de Brisbane (Australia), puntuable para la ATP y que abre este domingo la campaña, por no estar "listo todavía" tras el largo 2017 y el "inicio tardío" en su preparación para 2018, por lo que afrontará el Abierto de Australia, primer 'Grand Slam' de la temporada sin ningún partido oficial disputado.

Será la primera vez en su carrera que el manacorí estrena el curso directamente en Melbourne y no acude antes a Abu Dabi, Doha o Brisbane, pero su estado físico le invita a ser prudente y no arriesgar más de la cuenta. El número uno del mundo cerró la campaña pasada en las Finales de la ATP de Londres, de las que se retiró tras perder su primer partido ante el belga David Goffin y sentir molestias en su rodilla.

Nadal tenía previsto volver a la acción en la exhibición de Abu Dabi, pero la semana pasada decidió no acudir por el mismo motivo que ahora. "Lamento anunciar que no voy a venir a Brisbane este año. Mi intención era jugar, pero todavía no estoy listo después de la larga temporada del año pasado y el inicio tardío de mi preparación", escribió en sus redes sociales.

Preparación

El balear, cuartofinalista el año pasado ante el canadiense Milos Raonic, reconoció que lo pasó "muy bien" en el evento y la ciudad. "Fue un gran comienzo para el mes que pasé en Australia. Voy a ver a mis fans australianos cuando aterrice el 4 en Melbourne y comience allí mi preparación para el Abierto de Australia", señaló.

Nadal acude con todas las aspiraciones y con ganas de sacarse la espina de la final perdida en 2017 ante Roger Federer en cinco sets. Quiere convertirse en el primer tenista desde la Era Open (1968) en ganar al menos dos veces cada uno de los cuatro grandes del calendario. Ha conquistado diez veces Roland Garros, tres el Abierto de Estados Unidos y dos Wimbledon. Y solo una vez Australia, en 2009, aunque ha alcanzado la final en Melbourne otras tres veces, en 2012, 2014 y 2017, perdidas las dos primeras de forma traumática.

En 2012 ante Djokovic tras un duelo maratoniano de casi seis horas y en 2014 con Wawrinka, ante el que cedió por primera vez tras once enfrentamientos por un espasmo lumbar que le dejó sin opciones.

Nadal, que afronta su primera temporada sin la compañía de su tío Toni, con Carlos Moyá como el nuevo máximo responsable del cuerpo técnico del campeón, es consciente de que a priori le espera una temporada más complicada que la anterior. No solo porque está a las puertas de cumplir 32 años -los celebrará el próximo mes de junio-, sino porque los tenistas emergentes han demostrado en el pasado curso tenístico que parecen estar preparados para coger el testigo. O al menos para disputar los títulos al 'big four' con todas las garantías. Son los Alexander Zverev, Dimitrov, Thiem o Goffin.