Joan Mir (Palma, 1997) ha empezado fuerte 2017. Como él quería, dejando las cosas claras desde un primer momento. A la primera carrera. Ha dicho 'aquí estoy yo'. Para el que quiera escucharle. Pasadas las cinco y media de la tarde del domingo, este jovencísmo piloto de 19 años levantaba los brazos en señal de victoria, 135 milésimas antes que el británico John McPhee y 218 antes que Jorge Martín, dos de sus principales rivales en la lucha por el título. Lo hizo a los mandos de su nueva Honda de su equipo Leonard Racing, con la que dice "disfrutar como nunca".

La del domingo no fue su primera victoria. El 14 de agosto del pasado año, en el circuito Red Bull del Gran Premio de Austria, logró ser más rápido que nadie y demostró que podía estar delante si ponían una buena máquina en sus manos.

Consciente de su potencial, considera que su primera victoria llegó tarde, pese a que todavía no había cumplido los 19. Pensaba que los triunfos llegarían de una forma más seguida. Y, al no ser así, recurrió a un psicólogo en busca de ayuda, para que le mentalizara de que todo en la vida cuesta, y más en un mundo tan competitivo como el de las motos, en el que la diferencia entre el éxito y el fracaso depende de milésimas. Desde su consulta a un especialista se produjo un evidente cambio de mentalidad. En el segundo tramo de la temporada subió dos veces más al podio (tercero en San Marino y segundo en Valencia), finalizó el campeonato en quinta posición y fue premiado como el mejor novato del año. Tal vez sin saberlo, presentaba su candidatura al título para el campeonato que comenzó el domingo en el circuito catarí de Losail.

"Esta carrera la voy a ganar", dijo en Movistar + al periodista Ernest Rivera, en lo que definió como "una guerra psicológica" consigo mismo. Ya sobre la moto en la pista, minutos antes de que le diera gas por primera vez esta temporada, el director deportivo del equipo, el italiano Christian Lundberg -que ha trabajado con Bradl, Redding, Kent, Navarro y Viñales entre otros-, le daba los últimos consejos. Y, sobre todo, le recordaba que su mayor rival era él mismo, mentalizándole de su potencial.

Otra de sus personas más próximas es su entrenador, Dani Vadillo, hermano del gran capitán del Palma Futsal, Antonio. Es con quien comparte más horas, fuera de la pista en Palma, en los aeropuertos y en los circuitos del Mundial.

Mir, que llegó pasadas las siete y media de la tarde a Palma sin las maletas, perdidas en algún lugar del aeropuerto de Doha, reclama tranquilidad en sus primeras horas en la isla en compañía de su pareja. Es la cara B, el lado más tranquilo de un deportista jovial, divertido, siempre con la sonrisa en la boca y que se aprecia en su rostro que disfruta de lo que hace. Es el descanso del guerrero.

Formado en la escuela de Chicho Lorenzo, padre del tricampeón del mundo de MotoGP, precisó de tres intentos para ingresar en la Red Bull Rookies Cup, aunque desde el primer momento vieron que era diferente al resto. El segundo puesto en el campeonato de formación en 2014 y el cuarto puesto en el Campeonato de Espana un año después le valieron una invitación para una prueba del Mundial en Phillip Island y un puesto en la parrilla de 2016.

El ascenso a Moto2 de pilotos como el vigente campeón Brad Binder, Jorge Navarro, Francesco Bagnaia o Andrea Locatelli le sitúa en una posición privilegiada en la parrilla de Moto3, y más si falla un piloto de la experiencia de Enea Bastianini. Mir, que tuvo un recuerdo para el añorado Luis Salom, último mallorquín en subir al podio en Losail -"se le echa de menos"-, es uno de los pilotos a batir.