En condiciones normales, el Sevilla no pasaría de ser un contrincante más, difícil pero no invencible de antemano. La temporada pasada ya se le ganó en su propio feudo y, en general, el equipo de Marcelino no es superior al de Manolo Jiménez, que fue sustituido por Manzano. Las bajas de Negredo y Kanouté son sensibles, aunque lo que ha mejorado en los andaluces es la cobertura, tal como quedó demostrado en el Nou Camp.

Desde hace tiempo, el peor enemigo del Mallorca está en sí mismo. No es tan bueno como todos quisiéramos pensar, ni tan malo como algunos pretenden hacernos ver. Tiene más carencias que virtudes, insustituibles si sus jugadores no rinden por encima de sus posibilidades y para hacerlo necesitan estar convencidos de que lo pueden conseguir. Los puntos débiles que tiene que reforzar Joaquín Caparrós no son pocos, pero si consigue alumbrar un poco de autoconfianza será más fácil dar otra imagen hoy

o a corto plazo.

En cuanto a la convocatoria parece evidente que Martí Crespí y Aki son carne de cesión en el mercado de invierno. Los dieciocho restantes conviene que vayan pensando en que cuatro lesionados en esta plantilla son demasiados y que su recuperación no queda ya tan lejos como para permitirse demasiadas licencias, sobre todo si tenemos en cuenta que el parón de la próxima semana concede una nueva tregua al entrenador y sus acólitos