La cadena árabe de televisión, Al Jazeera, que transmite partidos de la Liga española y que en el Sevilla-Mallorca de esta temporada tuvo como comentarista a Paco Buyo, ha elaborado estos días un reportaje sobre la figura del mítico guardameta marroquí Ezaki Badou, figura del Mundial 86 en México, a raíz del cual saltó al fútbol europeo y recaló en la Isla tras arduas gestiones con los directivos del WAC de Casablanca y el propio gobierno alauita en las que participó activamente el abogado José María Lafuente Balle.

Creo que uno de los invitados al programa ha sido Enrique Magdaleno, otro futbolista no menos famoso y trascendente en la historia mallorquinista, el cual se llevó una buena sorpresa al acceder a la habitación que ambos compartían en el hotel Ciudad de Pamplona en la víspera del partido inaugural de la temporada a disputar en El Sadar. Contaba el propio ´Tronquito´ que al salir del cuarto de baño se encontró a su compañero de rodillas sobre una alfombra rezando en dirección a La Meca lo cual le pilló completamente desprevenido pese a reconocer y respetar las convicciones religiosas de cualquier persona.

Ezaki defendió la portería del Mallorca durante seis temporadas, aunque en la 1991-92, la última, no llegó a jugar más de cinco partidos, siendo sustituido por el rumano Bogdan Stelea. Tuvo sus más y sus menos con Llorenç Serra Ferrer, quien no le autorizaba a tratarse en su país una lesión de rodilla que le mantuvo de baja durante un largo período. El portero prefería tratarse con médicos marroquíes que, según decía, le aplicaban tratamientos especiales con arenas del desierto. Aquel episodio tensó las relaciones entre el técnico y el presidente, Miquel Contestí, quien defendía la tesis del portero con el cual había trabado amistad personal y al que invitaba frecuentemente a jornadas de pesca o reuniones interfamiliares en torno a una buena mesa.

Ezaki tuvo muy buenas actuaciones, como correspondía a su categoría y fue pretendido por varios equipos españoles y continentales, pero se adaptó al estilo de vida de la Isla. Su peor momento fue el de la promoción de la campaña 1987-88 para evitar el descenso a Segunda. Un fatal error a la salida de un saque de esquina propició una derrota mínima en el Carlos Tartiere, contra el Real Oviedo, que conservaría la ventaja en el partido de vuelta y relevaría así a los bermellones en la división de honor.

En el polo opuesto tuvo a gala ser el primer portero capaz de pararle un penalti a Koeman, el defensa central del Barcelona, infalible lanzador de faltas con una de las cuales hizo campeón de Europa al equipo entrenado por Cruyff en la final contra la Sampdoria. El holandés jamás había errado desde el punto fatídico, pero el marroquí intuyó la dirección de la pelota y salvó un punto para el Mallorca, que empató a uno en el Nou Camp tras encajar un tanto obra de Amor y empatar García Cortés. Fue en la vigésimo cuarta jornada de la Liga 1989-90.

Badou fue anfitrión de una amplia expedición del equipo que viajó a Casablanca en 1987 para disputar un amistoso ante el WAC y en la que compañeros, aficionados y periodistas pudieron comprobar la inmensa estima y popularidad de la que goza en su país, muy por encima de la de otros compatriotas suyos, como Hassan Fadil o Hassan Nadir, que también vistieron la elástica rojilla.

Ha sido seleccionador marroquí, ha entrenado a varios equipos en su tierra y fue el primer futbolista africano en pisar Mallorca.