Decía el martes Rafel Nadal después de caer contra Robin Soderling que con su juego actual no está para pensar en volver a ser el número uno del ránking este año. Y por si alguien tenía alguna duda, el suizo Roger Federer se encargó ayer de despejarlas todas. Lo hizo a lo grande, imponiéndose al escocés Andy Murray, el ídolo local, que no tuvo el apoyo que cabría esperar de la grada londinense y acabó claudicando ante el empuje, la calidad y la experiencia de un suizo que remontó un set en contra para asegurase con su victoria el primer puesto de la ATP para lo que queda de año. Y para algún tiempo más, si es capaz de seguir al nivel que demostró ayer.

Federer empezó con dudas, como ya le había ocurrido contra Verdasco. Fruto de ellas, Murray comenzó dominando. El número cuatro, logró una rotura de servicio temprana y, después se apoyo en su sensacional drive para mantener la sangre fría frente a un Federer que se limitaba a tratar de alargar los puntos. Y así se le fue al número uno el primer set (6-3 para Murray).

El espejismo duró poco. El helvetico reaccionó con contundencia. Dejó de cometer errores, cogió la iniciativa del juego y empezó a desgastar a un Murray que evidenció carencias físicas. El de Basilea rompió el servicio en el cuarto juego y se colocó 3-1, marcador que supuso una montaña imposible de escalar para Murray. Y ahí se acabó la historia para el número cuatro del mundo. El británico se desesperó en el tramo final del segundo set y regaló a Federer la tercera manga, en la que el suizo estuvo sencillamente soberbio. Igual que le pasara ante Verdasco, Federer supo reponerse con autoridad, se apuntó por 6-1 la manga definitiva e impuso su número uno al resto del circuito. Nadal deberá seguir esperando.