Juan Ignacio Farray, 'Ignatius', es uno de los humoristas que más adhesiones despierta. Es casi una veneración, un culto. Sus seguidores hablan de irreverencia inteligente y desfachatez ingeniosa. Surgido al amparo de La hora chanante y Paramount Comedy, su figura y su humor hace ya tiempo que sobrepasan a éstos. Actúa esta noche en el Auditòrium como maestro de ceremonias del espectáculo La noche canalla.

-Haces un humor que llama la atención por su frescura e inteligencia. ¿Me podrías dar la fórmula de cómo se hace?

-Se trata de contar lo que te apetece contar. A veces te ves obligado a hablar de determinadas cosas de una determinada manera, pero si no te refugias en ese cliché, a la fuerza salen cosas frescas.

-¿Cómo se hace mejor humor, de buen humor o indignado?

-Mejor estar indignado. Es necesario un punto de insatisfacción para, por medio de la comedia, sublimar esa insatisfacción.

-El humor es una de las mejores herramientas para seducir. Supongo que seduces mucho.

-[Ríe] La verdad es que el público te da la oportunidad de comportarte de una manera diferente, y es inevitable que surja una cierta atracción por ambas partes. Y si la gente se lo pasa bien, te seduce.

-Dices que sus referentes son Shakespeare, Camarón, Richard Pryor y Leo Bassi. No acabo de ver la conexión...

-La gente que te da ideas e inspiración puede ser muy diversa.

-¿Utilizas un pseudónimo porque no estás de acuerdo con lo que dices en sus monólogos?

-Es un apodo sentimental. Primero porque Ignatius es el protagonista de La conjura de los necios [novela de John Kennedy Toole publicada póstumamente en 1980, recibió el premio Pulitzer en 1981], la primera novela que leí. Y también porque mi profesor de Música en el colegio fue el que comenzó a llamarse así.

-Este país sigue anclado en el humor tipo El club de la comedia

-Es cierto. No quiero ser hiriente, pero en España, la stand up comedy [el género monologuista] nació de manera bastarda. En EE UU o Inglaterra fue al revés: de una generación contestataria, en los años 70 y 80, se pasó a lo más comercial. Aquí ha sido al revés: surgió y se hizo famoso a través de El Club de la Comedia.

-Sobre el humor en España: ¿qué hay que agradecer a Marianico el Corto, Arévalo o Barragán?

-Todo. Si ellos no existiesen no habría comedia alternativa. Si no existiera esa parte, no habría nada a lo que ser alternativo.

-Entonces, a Chiquito de la Calzada o a Torrente, ¿hay que bendecirlos o hay que decir “cuánto daño han hecho”?

-Hay que bendecirlos. Especialmente a Chiquito.

-De todas formas, ¿quién tiene que actualizarse más, los guionistas o los productores ejecutivos, directores de programación, etc.?

-En este oficio te sientes libre, pero en medios más masivos como la televisión, los ejecutivos tienen miedo, y su justificación es ridícula: infravaloran a la gente con su “esto no gusta al público”. Cuando estás en un bar, ves que la audiencia no es como dicen los productores, ves cómo puedes hacer comedia de todo. La televisión es un medio miedoso.

-Talentoso y a contracorriente, como Miguel Noguera.

-¡Buenísimo! Noguera me parece uno de los mejores nuevos talentos de la comedia.

-Intuyo que en la península no acaban de entender el humor de los que hemos nacido en una isla [Ignatius es canario; Noguera nació en Mallorca].

-Eso te marca... pero no sé si para la comedia. Aunque tal vez te inclina a arriesgar, a hacer comedia sin red de seguridad, como Noguera.

-¿Por qué ya no es posible hacer en España gags

-Es cierto que existe una tendencia puritana es este país, como sucede con el tabaco. Se escudan en el “a la gente no le gusta”. Pero en comedia, acabas por ver como al público le gusta bromear absolutamente de todo.

-Su espectáculo El fin de la comedia tal y como la conocimos, junto a Miguel Esteban, ha gustado muchísimo en el Madrid El fin de la comedia tal y como la conocimos, underground

-Miguel y yo empezamos a hacerlo juntos, pero ahora, por motivos de trabajo de Miguel, lo hago yo solo. Y suelo representarlo en bares de no más de 50 personas porque te da más libertad.

-¿Cuál es ese “nuevo concepto del stand up comedy

-Sí, y salir de la fórmula de El Club de la Comedia.

-Vives en Madrid. ¿Existe un off

-Sí, y muy potente, con gente extraordinaria como el mencionado Miguel Esteban, Paco Calavera o Julián Genisson. Los ves y dices: esto es nuevo.

-Los actuales grandes de la comedia (Bill Maher en EE UU, Ricky Gervais en Inglaterra) y el mundo del humor de primera línea en el mundo anglosajón no conciben el humor sin referencias a la política y al sexo. Usted cubre el sexo. ¿Qué pasa con la comedia política en España?

-Es cierto, es un reto. Falta más sátira y compromiso.

-¿Es correcto afirmar que el humor español es para la desconexión y el anglosajón de reflexión?

-No del todo. No quiero caer en el tópico de decir que ellos son mejores. Simplemente a ese humor más reflexivo se le presta más atención.

-Por cierto, Ricky Gervais la lió gorda, como presentador, en la entrega de los Globos de Oro. ¿Fue genial, o fue un bocazas?

-¡Fue genial! Era su obligación. Si hubiera sido de otra manera, habría supuesto una decepción.

-Andy Kaufman, Lenny Bruce o Richard Pryor ¿son humoristas del pasado o del futuro?

-Son la punta de lanza, están totalmente vigentes. Bruce es como Jesucristo. Un cómico debe cruzar la línea. Pryor fue para la stand up comedy como los Beatles para el rock&roll: después de él, todo hubo de hacerse de nuevo, diferente.

La noche canalla. Comedia salvaje en escenarios respetables.

JJ Vaquero, Kaco, Miguel Iríbar y Nacho García, presentados por Ignatius.

Auditòrium de Palma, 22 horas, 30 €.

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