Gerard Quintana (Girona, 1964) ha decidido "salir del caparazón" en que se había instalado desde la disolución de Sopa de Cabra en 2001 para empaparse de aquellos temas que "tienen incidencia en la sociedad". El resultado lo sirve en un nuevo álbum, el cuarto en su carrera en solitario, Deterratenterrat, un disco centrado en Barcelona que transita por el rock, la electrónica y la rumba, y en el que colabora, en el papel de productor, su viejo amigo Albert Pla.

Convencido de que "hay que reinventarse" y sabedor de que "durante años la música ha perdido su fuerza como motor de transformación en pos de un carácter más decorativo", Quintana rechaza limitarse "a decorar" y apuesta por el "compromiso con la realidad". Una realidad a la que le ha tomado el pulso "en la calle", "cómodo en el papel de observador" y grabadora digital en mano, como Manu Chao.

"El lugar perfecto para explicar los efectos de una crisis es la ciudad, donde hay más gente. Hay tantas ciudades como personas viven en ella", añade un músico que le reprocha a esta crisis el hecho de que "agudice la división entre pobres y ricos".

En el disco "también hay crisis emocional", porque ya se sabe, "cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana", agrega.

Deterratenterrat (Música Global) salió a la venta el 23 de noviembre y se presentará en directo en Palma el 5 de diciembre, en la Sala Gran del Teatre Principal. El mismo Quintana lo define como un recital que quiere ser un lugar "con nombres y apellidos, con cara y ojos, con cabeza y pies, con frías y calientes, con pares y narices, con luz y sombras, con nocturnidad y alevosía, con sangre e hígado, con flores y violas, con pecho y cojones".

Quintana subirá al escenario con dos músicos, Francesc Bertran y Xavi Lloses, para presentar una obra que deja atrás su vertiente más intimista y personal y se abre a los claroscuros de la gran ciudad, para hacer autocrítica de la realidad social y económica, en un ejercicio de complicidad con el público, que tiene la crisis como trasfondo.

"Es el disco con el que más me he divertido", tanto, que en él anuncia hasta su propia muerte. "Solo me he adelantado a la fecha, que me llegará, como a todos", afirma quien piensa que "matando el personaje demuestro que existo".

"Uno se siente libre cuando se siente aceptado desde sus propias decisiones. He querido matar el personaje de líder de banda y el Quintana intimista, y rompiendo una serie de inercias, me he sentido libre", asegura.

Albert Pla, al que conoce desde hace muchos años, se ha involucrado en cuerpo y alma en este proyecto. "Es el primer disco que le ha producido a otra persona", apunta Quintana. "Se nota su complicidad, su desparpajo. Cuando escuchó las canciones me dijo: vamos a desterrar la amargura de este álbum. Y apostamos por divertirnos".

Su sonrisa se evapora cuando se le pregunta por la situación actual de la política en Balears, que conoce bien, dada su condición de ciudadano eivissenc. "Mis dos hijos han nacido en Eivissa y eso es para siempre. Además, pago mis impuestos en la isla".

"No me sorprenden los escándalos políticos porque siempre me ha llamado la atención esa manera de hacer política, esa manera de gestionar el interés general desde una isla olvidada como es Eivissa, donde hay autovías imponentes e importantes carencias a nivel sanitario", denuncia.

"Tanta actividad fraudulenta no es casual –continúa–. La única esperanza es que se llegue a tirar del hilo, de todo, aunque la lentitud de la justicia no da mucha confianza. Desanima pensar que vaya a repetirse el caso túnel de Sóller".