Hay contenido, pero sigue faltando el continente. Por eso el titular de Medio Ambiente en el Govern, Miquel Àngel Grimalt, instó ayer a la Autoritat Portuària de Balears (APB) "a que agilice la cesión del espacio" en el Moll Vell de Palma para albergar el Museu Marítim. "Nos han propuesto el antiguo economato, al lado del Institut Social de Marina, y nos parece bien, pero el tema está encallado", admitió el conseller, quien considera que el condicionante, impuesto por la gestora del puerto, de una petición de consenso entre las instituciones implicadas "no deja de ser una excusa".

"Si la solicitud fuera para montar una empresa náutica, ya la tendríamos instalada", aseveró el director general del Mar, Tomeu Calafell, y recordó al responsable de la APB, Francesc Triay, que le nombra el presidente del Govern balear, con lo que, dijo, "tendría que deberse un poco a los intereses del archipiélago".

"La fórmula final será un consorcio entre Govern, Consell, Cort y la Autoritat Portuària, si fructifican las negociaciones", avanzó Grimalt. El conseller recordó que es al Govern a quien corresponde impulsar el proyecto, y aseguró que no cabe duda de la voluntad común de las instituciones implicadas después de que, un año atrás, escenificaran su acuerdo en el Parc de la Mar.

La fundación propuesta inicialmente ha sido descartada. "No nos gustaría crear nada que genere gastos innecesarios. Queremos empezar la casa por la casa", admitió el director general en el transcurso de una rueda de prensa en la que se presentaron los trabajos desarrollados por la conselleria para impulsar el centro museístico, con un coste para una primera fase de tres millones de euros para 1.500 metros cuadrados y un máximo de tres alturas. "Estaríamos dispuestos a asumir el grueso de las inversiones con tal de que las obras empiecen antes de que acabe la legislatura", aseguró Grimalt.

Como avanzó este rotativo, un particular puso a los técnicos de la conselleria tras la pista de la colección Planas, una compilación de más de 300 piezas en la que destacan unas 140 pinturas de embarcaciones del XIX, muchas de ellas mallorquinas, inmortalizadas por artistas locales como Raimundo Pou y Francisco Vidal, o por el reconocido retratista José Pineda Guerra, entre otros.

La compilación, creada por el palmesano Bartomeu Planas Rosselló, se vendió a Tomeu March, que encargó un reportaje fotográfico sobre ella en poder ahora de Medio Ambiente. "Hemos podido recuperar catálogos de subastas de Christie´s y Sotheby´s con algunas de las piezas", señaló Calafell, para quien la dispersión de la colección demuestra "bastante desidia" por parte de anteriores gobiernos que unas futuribles políticas de adquisición podrían enmendar.

En conjunto se han documentado unas 370 piezas, incluido el legado del antiguo Museo Marítimo Balear, integrado por cerca de 90 piezas depositadas en el Museu de Mallorca y el Consolat de Mar, a las que hay que sumar la "cultura intangible", según el técnico Bernat Oliver.

"Además –señaló el conseller–, habrá embarcaciones en el propio museo y en el agua", lo que hace casi insustituible el Moll Vell, y más habida cuenta de su doble condición de enclave histórico de amarre y punto de elevada afluencia turística. De las más de 1.300 embarcaciones artesanas mallorquinas, se pretenden exponer en el agua cerca de una decena. Se trata de los pailebotes Isla Ebusitana y Cala Millor, las barques de bou Balear y Nuevo Tomàs y los llaüts Rafael, Alzina, Port Blau y Sant Isidre, muchas de ellas en manos privadas, como el grueso del patrimonio náutico, que podría acceder al museo mediante cesiones.

En los últimos dos años, la conselleria ha realizado dos exposiciones relacionadas con el Museu Marítim y ha rubricado varios convenios de colaboración.