Retumba el tañido de las campanas en un pueblo silenciado por el dolor. El ambiente de las fiestas que celebraban en Huétor Tájar queda sustituido por los crespones negros, por el desánimo y la incomprensión. "No encuentro explicación". "Es un golpe muy duro. Estamos todos muy afectados". "El pueblo entero se ha quedado sin ilusión". Son las sensaciones que transmiten los vecinos del pueblo granadino en el que ayer un hombre de 72 años se suicidió tras atrincherarse en casa con sus nietos y quitarles la vida.

Tras el suceso, el padre de los niños permanece ingresado y sedado en el hospital. En el instituto en el que trabaja como administrativo y donde estudiaba su hijo de 12 años, los psicólogos ayudan a gestionar el duelo. También en el colegio al que iba el pequeño de 10 años. Cuentan los vecinos que el abuelo no asimilaba el accidente en el que murieron su mujer y su hija. Él conducía el coche en el que también iban sus nietos. Dos meses después, tras lo sucedido, se hace más difícil asimilar la tragedia.