Quien dentro de unos años quiera saber sobre la enseñanza balear en estos tiempos, tendrá que estudiar con detalle el papel de Martí March. El conseller de Educación lleva siete años al frente del departamento del Govern y ha tenido tiempo incluso de plantarle cara a una pandemia sin detener las clases.

Será por eso que hoy afronta con tranquilidad y diligencia un curso convulso, repleto de cambios a todos los niveles y, por qué no decirlo, también eclipsado por alguna que otra polémica estas últimas semanas. Sentado en su despacho de la Conselleria, desgrana con el ímpetu que le caracteriza los aspectos principales del regreso a las aulas, que se llenarán mañana con más de 170.000 alumnos listos para la vuelta a la rutina.