Desde que famosas del calibre de Gwyneth Paltrow, Paulina Rubio, Miranda Kerr o Beyoncé han afirmado que nada más despertarse beben un vaso de agua tibia con zumo de limón natural en ayunas para mantener la línea e incluso para bajar unos kilos, internet rebosa de información de todo tipo sobre este remedio casero. Estamos ante el ´hype´ del agua con limón.

Y como con todo ´hype´ que se precie, llega un punto que la sobreinformación hace complicado identificar los datos reales de las invenciones sin fundamento.

Porque si todas las virtudes y beneficios que se prodigan del agua tibia (tirando a caliente) con (zumo de) limón fuesen ciertas, estaríamos ante el elixir de la eterna juventud, la panacea para combatir los atracones veraniegos y las cartucheras. Y no.

Se trata sin duda de un brebaje que, si lo consumimos en su justa medida, resulta recomendable y saludable, con una amplia serie de aportes para nuestro cuerpo que no son para nada desdeñables. Pero como los bulos proliferan, vamos a continuación a separar el grano de la paja, las verdades de las mentiras y lo real de la ciencia ficción nutricional.

Lo que no es verdad

Que adelgace: que el agua tibia con limón haga que nuestro metabolismo comience a quemar grasas es rotundamente falso. No hay ningún sustento científico en esta afirmación. Pasa que sí que sacia el hambre, lo que lleva a que se reduzca la ingesta de alimentos, y esto llevará consigo a la larga la bajada de peso. Pero no hay que mezclar ´churras con merinas´. Si nos seguimos atiborrando, o seguimos sin hacer ejercicio, no habrá resultado alguno.

Es un remedio contra el acné: falso porque no hay evidencias científicas que avalen esta suposición. El agua con limón tiene otras propiedades buenas para la piel -favorece la generación de colágeno, por ejemplo-, pero no vas a notar que los granitos desaparezcan. Y si lo notas, es probable que sea porque hayas cambiado algún hábito más en tu forma de vida, no solo por el agua con limón.

Mejora el estado de ánimo: Otra creencia que no tiene base científica. Hay quien atribuye al limón, por su aroma y su aporte vitamínico, propiedades energizantes, e incluso correctivas de enfermedades psicológicas como la depresión o la ansiedad, pero lamentablemente esto no puede decirse que sea cierto.

Alivio de la acidez estomacal: para nada, y en todo caso, al contrario. El limón tiene una acidez elevada que hará que la sensación de ardor en el estómago, si la estás padeciendo, pueda ir a más.

Lo que sí es verdad

Es baja en calorías y tiene efecto saciante: un vaso de agua con el zumo de medio limón no contendrá más de seis calorías. Además, su efecto saciante hará a priori que reduzcamos la ingesta de otros alimentos más calóricos, lo que a la larga si que hará que controlemos el peso. Esta sensación de saciedad se debe a que el limón contiene mucha fibra dietética. Esta es la única propiedad del agua tibia con limón que podríamos asociar a la pérdida de peso. Pero que tenga efectos adelgazantes per se ya hemos visto que no es cierto.

Gran aporte de vitamina C: es lo que hace del limón una fuente para la producción de colágeno, que el cuerpo cicatrice las heridas más rápido y se refuerce el sistema inmunológico. Además, protege de sufrir enfermedades crónicas cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas y otras como las cataratas. Todo esto ya debería ser un motivo para empezar a incluir el limón natural en la cesta de la compra. Pero con cuidado, porque un exceso de vitamina C trae consigo diarreas y dolores de estómago.

Es laxante: Si estás estreñido, el agua tibia con limón puede serte de ayuda. Cuando ingerimos un líquido, especialmente si está caliente, tiene lugar en el colon un movimiento peristáltico por el efecto gastro-cólico, que colabora en la defecación. Además, el limón es una reserva de flavonoides, que ayudan a la asimilación de los alimentos y mejora el proceso digestivo. Si le añades cáscara rayada al mejunje, o dejas que caiga pulpa al exprimir la fruta, le añadirás pectina, que regula la función intestinal.