Qué incoherente es que la vida de un Animal no valga nada y sin embargo salvarla cueste tanto dinero... y qué incongruencia también que tu vocación sea ayudar a los animales y sin embargo a veces te niegues a hacerlo por una cuestión económica. La protección animal está repleta de incoherencias y contradicciones, pero esta para mí es la más grave de ellas. En relación a este hecho, nos encontramos con dos tipos de profesionales muy diferentes a la hora de llevar a cabo su trabajo. Por un lado, está el veterinario que colabora activamente y altruistamente con los animales que se encuentran desprotegidos, como por ejemplo los que son abandonados, los gatos ferales o los maltratados. Animales que además los que los rescatamos, solemos encontrarnos en un estado muy grave, generado casi siempre por el ser humano. Y ese mismo humano será el que le dejará tirado en la puerta de su negocio cerrándosela, porque su vida no le sale rentable. Y aquí es donde nos encontramos el segundo tipo de veterinarios. Personas que únicamente utilizan a los animales como medio de ganarse la vida, pero que no tienen ningún otro interés a nivel moral en ellos, ni ninguna intención de mejorar la situación de los más vulnerables.

Pero también quiero hacer hincapié en que la verdadera raíz del problema es otra. Todo esto se origina por una cuestión económica al no existir atención sanitaria pública para los animales. Por ello, la solución sería destinar recursos públicos para atender a los animales que lo necesiten y que actualmente no se puede por una cuestión de dinero. Los veterinarios no están obligados a ayudar altruistamente a los animales si no quieren, ya que no debería existir esa necesidad. Por eso dada la situación existente en este sentido, la labor de los que no dudan en ayudar a un animal que lo necesita, ofreciendo todo lo que está en su mano para mejorar su situación y tratándolo como al de un particular, es fundamental y muy valiosa, para poder rescatar a los animales que sufren y que además son víctimas del sistema actual.