La realidad es muy suya, va por donde quiere, no por donde le mandan ir las palabras. Según la doctrina oficial del PSOE, el anuncio de Zapatero contribuye a despejar incógnitas y a generar en consecuencia estabilidad. La teoría es que, libre de las ataduras y presiones a las que estaba sometido antes de proclamar su retirada, ahora podrá dedicarse plenamente a profundizar en las reformas necesarias para que el país salga adelante. Es un hombre con las manos libres que puede incluso inmolarse (o inmolar lo que queda de él) en beneficio de la colectividad. Tú oyes eso y te dices: pues es cierto. Ahora, el gobierno a gobernar y el partido a organizarse de forma ordenada para hacer frente a la sucesión. Eso es lo que te dices tú, porque eres un ingenuo y porque crees que las palabras mandan. Pero la realidad dice otra cosa. A poco que prestes atención al monitor, te das cuentas de que las constantes vitales del enfermo indican cualquier valor menos el de la estabilidad.

La realidad posee hoy más terminaciones nerviosas que nunca. Están los medios de comunicación, desde luego, con su infinidad de emisoras de radio y de TV (¡las TDT, Dios mío!); está la prensa escrita que, aunque llega antigua al quiosco, lo hace con portadas que chorrean incertidumbre. Pero están, sobre todo, las redes sociales, toda esa malla de mensajes y contramensajes que atraviesan como insectos enloquecidos el espacio radioeléctrico. Tampoco la lectura de lo que ocurre en las redes sociales resulta muy tranquilizadora. De modo que lo de la estabilidad es una buena teoría sin constatación de orden práctico.

Si se nos permite el chiste, lo que hace falta es que todo esto sea para bien. De momento, los sismógrafos anuncian terremoto. La intensidad dependerá de lo que ocurra en las municipales. Si el PSOE pierde mucho poder territorial, al movimiento sísmico podría sucederle un tsunami. ¿A quién se llevaría la ola de diez metros por delante? No tenemos ni idea. Quiere decirse que los sensores no son tan fiables. Entretanto, la realidad económica, que es tan suya como la política, puede barrernos a usted y a mí de la realidad laboral. Estabilidad es ahora mismo una palabra hueca.