—¿Le han comparado ya con el Michael Douglas de la popular versión cinematográfica de La guerra de los Rose?

—No. La gente sí que compara la obra de teatro con la película. Hay que advertir que la obra es mucho más cómica. El público no tiende a hacer comparaciones entre Douglas y Sobera porque ya se sabe quién es el guapo de los dos: yo.

—Pero será muy común la comparación entre el Sobera presentador y actor.

—Seguro. Para estas cosas, la verdad es que el público suele ser muy generoso. Igual te conoce por tus trabajos televisivos, pero cuando va al teatro se muestra muy receptivo y rápidamente se olvida de mí como presentador.

—¿El éxito que tienen los concursos que presenta actualmente se debe a que la gente está cansada de los programas del corazón o a su irresistible atractivo?

—A mi atractivo, seguro que no. Afortunadamente, nuestra televisión está repleta de presentadores y presentadoras que tienen un perfil muy atractivo. Pero nunca es suficiente si detrás no hay un formato que gusta. Que la gente esté cansada del corazón, ni de coña. Veo las audiencias diarias que hacen estos programas y son muy altas todavía. Puede ser que estemos en el principio del fin de un ciclo. Pero una vez que acabe, volverá otra vez. Creo que la temática del corazón siempre será muy llamativa para el público.

—Imagine que llega como concursante al final de Atrapa un millón y debe apostar todo su dinero a una de las dos opciones. ¿Quién ganará las elecciones, Rajoy o Zapatero?

—Apostaría a ciegas. Porque tengo la impresión de que ninguna de las dos apuesta sería ganadora. De todas maneras, la realidad es incuestionable y esa realidad nos dice que hay cosas que el gobierno de Zapatero no ha hecho nada bien. Y lo está pagando y lo va a pagar. Pero tampoco creo sinceramente que la apuesta de Rajoy o del PP sea cien por cien convincente. En el debate político, a los españoles se nos niegan ciertas realidades y se nos ocultan ciertos debates que no nos permiten tener un visión global y clara del panorama. Hoy por hoy hay más seguridad de acertar en los concursos que en la política.

—¿Cree que tiene sentido la ley Sinde?

—La ley Sinde debe concebirse como un punto de partida. El mundo de internet va a acabar arrasando con todo y esta ley debe tomarse como un inicio para discutir y consensuar. Lo que sí debemos aceptar es que el todo gratis en internet se tiene que acabar. Si no hay negocio no hay ocio.

—¿Debería aprender de Torrente el cine español?

—Santiago Segura ha creado un personaje muy atractivo para el público español. Tiene muy claro que público que va al cine es la gente joven, que busca este tipo de oferta. Por eso no es casualidad que Torrente haga ocho millones de euros su primer fin de semana y que una película con mayores pretensiones culturales no los consiga. Hay muchísima gente por encima de los treinta años ha dejado de ir al cine.

—Tras su éxito con Atrapa un millón, van y le dan un concurso diario (El tercero en discordia). ¿Por qué en España cuando alguien lo hace bien en su trabajo se le ´castiga´ con más tarea?

—Aquí somos muy dados a eso. Al que destaca un poco en Estados Unidos le llega la gloria y le tratan como a un dios. En España al que destaca un poco le hacen ir a galeras. Es nuestro carácter. También somos muy dados a elevar a las alturas en seguida a la gente y, una vez elevado, buscar la manera de tirarlo. Somos un poco raros en ese sentido.

–¿Se ve compartiendo plató con Jorge Javier Vázquez o Jaime Cantizano?

–No. No me veo en el mundo del corazón porque no me lo creo. Y tampoco me interesa. No me inspira ese tipo de formatos. Me sentiría como un pez fuera del agua.

–¿Y se ha visto alguna vez «atacado» por ese tipo de programas?

–Tengo la suerte de no haber sido objetivo del corazón. Tiene que ser muy incómodo que hablen de uno en un programa o una revista en esos términos.