Todos conocemos a alguien que asegura tener el teléfono pinchado. En realidad, a la gente le encanta que la espíen. Por eso, cuando oímos un ruido en la línea nos decimos: va a ser que estoy pinchado. Si estás pinchado es porque tienes algo importante que decir. El otro día llamé a un amigo paranoico para ver cómo le sentaba la nueva medicación (se la acababan de cambiar), y me explicó a Platón de arriba abajo al objeto de despistar a sus perseguidores. Platón está bien, pero si llevas ocho horas encerrado en una furgoneta escuchando tonterías, resultan más excitantes las conversaciones entre Camps y El Bigotes. Al final, el erotismo es lo que vende, y en esa pareja había erotismo para dar y tomar ("lo nuestro es muy bonito", etc.).

Si preguntas a un grupo de paranoicos quién les persigue, en un 90% de los casos te dirán que el gobierno (el 10% restante cree en los marcianos). Por lo general se referirán al gobierno de su país. Pero a los paranoicos con aspiraciones los persigue el de los EE UU o la CIA. En ese sentido, la manía persecutoria de Trillo y Cospedal es del montón, o sea, una basura de manía persecutoria. A un loco como Dios manda lo persiguen las grandes potencias. Decir que te vigila el ministro del Interior de España es como decir que te vigilan los servicios de inteligencia belgas. No se ha dado el caso de que los servicios de inteligencia belgas hayan seguido a nadie de interés. Lean ustedes a John Le Carré para documentarse.

El que se tiene que sentir perseguido de verdad, y con razón, es Rajoy. ¿Cómo es posible, si no, que un hombre tan sensato, tan registrador de la propiedad, tan buen padre de familia, tan gallego, en fin, sea siempre el peor valorado en todas las encuestas? Este asunto carece de explicación racional. Pero por Dios, si estamos hablando de un funcionario vocacional, de un hombre que va y viene de su trabajo sin meterse con nadie y recitando frases en las que el sentido común brilla como una boñiga. Tiene que haber una conspiración muy bien urdida para que saque, una y otra vez, esas notas tan malas. No es por dar ideas, pero para mí que le persiguen los marcianos, es decir, González Pons y Dolores de Cospedal.