Jordi Sánchez, conocido a nivel nacional por su papel de Antonio Recio en La que se avecina, y a nivel local por el de Josep López en Plats bruts, se revela en Humanos que me encontré como un escritor irónico y tierno. En este libro, de Ediciones B, retrata con ironía y humor la Barcelona de su infancia y el día a día de un actor.

–¿Cómo describiría su libro?

–Es un anecdotario más o menos autobiográfico de infancia y adolescencia donde hablo de mi familia y amigos siempre en clave de humor. Es también un retrato surrealista y entrañable de familiares, amigos y vecinos que formaban el mundo de mi infancia y adolescencia. En la segunda parte cuento cosas de mi experiencia en Madrid, y ahí relato desde la relación con mis amigos actores hasta mis experiencias en el AVE.

–¿Qué tiene de ficción?

–Todo lo que sucede es verdad, pero no todo está igual. Los nombres están cambiados, los personajes que se ven se reconocen. Mi padre, mi madre, algunos amigos y vecinos del barrio...

–¿Qué le dicen cuando lo leen?

–Se ríen. Ayer me llamó José Luis Gil diciéndome que se había reído a carcajada limpia. Y de eso se trata.

–Dedica Humanos que me encontré a su mujer y a sus hijos.

–La vida que tengo es gracias a ellos. Yo puedo ejercer de actor y he podido trabajar siempre de esto porque nos compenetramos.

–¿Cómo compagina todo?

–Empecé a escribir por casualidad, con veinticinco años, cuando estaba estudiando teatro. Quería trabajar como actor, y como no sabía si me iban a llamar, cuando terminé en la escuela de teatro de Barcelona, montamos una compañía. Al final quedábamos cuatro, y escribí una obra de teatro, Krámpack, con la que luego Cesc Gay hizo una película a la que le dieron un Goya revelación. Y con esa obra ya me empecé a poder dedicar a esto e ingresar el dinero suficiente para dejar mi antigua profesión, que era enfermero.

-Actualmente, ¿qué proyectos tiene?

–Estoy terminando una obra de teatro, que se llama Asesinos todos. Y estoy con La que se avecina, que estamos empezando el rodaje. De lunes a viernes estoy en Madrid, y el viernes me voy a Barcelona.

-¿Qué tal llevas eso del ir y venir?

-Bueno, estoy todo el día en el AVE pero lo llevo bien. Son dos horitas; nunca habría pensado que viajaría con tanta tranquilidad. Lo cojo a las nueve de la mañana y a las once y media estoy en Atocha. Y los viernes termino a las cuatro, cojo el de las seis y a las ocho y media estoy en mi casa cenando. Se lleva muy bien, porque a mí conducir no me gusta. Me gusta mucho Madrid además, entonces no me supone un problema.

–Además el AVE da fruto a anécdotas como las que podemos ver en su libro...

–El AVE da fruto a anécdotas, hay mucha gente en el tren y pasa de todo: desde gente que te lee toda la analítica completa del colesterol a un volúmen increíble, hasta chicas que han roto con el novio y lloran destrozadas. Y tú al lado cortadísimo sin saber qué decir.

–En breve regresará al rodaje de La que se avecina, donde interpreta a Antonio Recio, un personaje que se ha hecho muy popular. ¿Qué le ha aportado?

–A mí, mucho. Lo de Recio... no puedo andar por la calle con un compañero de la serie. Como vayamos dos no se puede ir por la calle, estamos todo el rato haciéndonos fotos. A mí me gusta porque es como muy malo, tiene todos los defectos humanos concentrados en una misma persona: facha, homófobo, xenófobo... Y que un personaje así le entre bien a la gente es un reto importante. Es un personaje que a la gente le gusta.

–Y para usted, interpretar a un personaje tan especial supone...

–A mí me gusta mucho el personaje, me parece fantástico. Como persona es un saldo, como personaje es un bombón. Me gusta mucho interpretarlo. No hay que confundir al actor con el personaje.

–¿Tiene vecinos especiales a día de hoy?

-A día de hoy no, tengo tres vecinos y no me ha vuelto a pasar (risas). Tampoco a día de hoy quiero ser presidente de la escalera, como El Rancio. No hay nadie que quiera ser presidente de la escalera, yo no sé por qué el Recio se empeña.