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Que gran raza esos romanos

Cuatro décadas han pasado y La vida de Brian mantiene gran parte de su vigencia. Por su mezcla de humor simple, inteligente y su afilada crítica de las religiones, los cainismos políticos y muchas otras contradicciones del ser humano

Monty Python.

El título de este artículo es una línea de diálogo de La vida de Brian. Parafraseable a "Qué grandes cómicos esos ingleses". Aunque el resultado, la película, parezca redonda, fruto de un grupo de artistas, guionistas y actores a la vez, bien avenidos y en estado de gracia creativa, el parto fue algo menos dulce, más salpimentado.

La idea nació por necesidad y continuidad más que por arrebato de las musas. Los Python habían cosechado un notable éxito con su parodia sobre el rey Arturo (Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores, 1975), no tenían ninguna idea para el próximo proyecto y compartían un sano agnosticismo. Tras algunas deliberaciones decidieron tantear una parodia bíblica. Como a Jesus de Nazaret no le vieron juego cómico, acabaron explorando la idea de un vecino suyo al que lo confunden con el Mesías.

El desarrollo ya fue pico y pala, pulir el guión (John Cleese, uno de los líderes del grupo era alérgico a las improvisaciones), asignar papeles y localizar lugares de rodaje, eligiendo Túnez. El principal contratiempo fue cuando el productor financiero dio la espantada, por temor al revuelo, el día antes de rodar. Se les apareció un ángel llamado George Harrison, que pagó 3 millones de libras a tocateja por su amor al humor del grupo (el Beatle lo definió después con gracia, "es la entrada de cine más cara que nadie ha pagado nunca"). Otra anécdota es que Graham Chapman arrastraba problemas de alcoholismo y sus compañeros temieron que les complicaría el rodaje. Chapman estaba tan entusiasmado con hacer de Brian que prometió mantenerse abstemio, y lo cumplió.

Paso al legado. La película se mantiene muy vigente por su doble sátira, de los fundamentalismos religiosos y los faccionalismos políticos. Por la primera recibieron algunos palos, compensados por el apoyo de los espectadores y críticos de mente más abierta. De lo segundo, la trama del Frente Popular de Judea se ha convertido en una muletilla casi universal cada vez que hay luchas internas en algún partido político. Esas dos tramas, esos dos pilares del filme se refuerzan con gags más populacheros y a la vez hilarantes: las mujeres con barba postiza para participar en una lapidación, los gladiadores, la nave marciana, las dificultades fonéticas de Poncio Pilato o el gag final, cuando todos reconocen que Brian ha sido indultado pero nadie lo baja de la cruz. Rematado con la despedida, el fino humor negro de los crucificados cantando que hay que mirar el lado positivo de la vida.

El aniversario del filme coincide además con dos adicionales, uno glorioso y otro triste. Hace cincuenta años se formó oficialmente el grupo Monty Python, con el estreno del programa humorístico televisivo Monty Python's Flying Circus. Y hace tres décadas falleció Graham Chapman, el protagonista de La vida de Brian. El éxito del grupo, y el motivo por el que sigue muy vigente, es que supieron combinar humor clásico/

sencillo (negro o burlas de imperfecciones humanas) con gags más sutiles, otros excéntricos, y otros muy ingleses.

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