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QUÈ ÉS CULTURA

Filosofía para un orden venidero

Filosofía para un orden venidero

El último de los opúsculos del filósofo Byung-Chul, Hiperculturalidad. Cultura y globalización, vio la luz en Berlín bastante antes, que algunos de sus títulos más exitosos. No obstante permite apreciar mejor que otros trabajosel engranaje de referencias, omisiones y duplicidades que articula su discurso, ya inevitable en los debates sobre la crisis del llamado sujeto neoliberal y otros temas de nuestro tiempo. Este libro no cuestiona ni redefine el concepto de cultura. La formación filosófica de Chul Hahn es inequívocamente germana y puede decirse que su reflexión sobre el destino del sujeto moderno está apuntalada sobre la filosofía y la literatura alemanas. Heidegger oficia aquí de autoridad. Chul Hahn nos advierte contra los estériles usos de la cultura como argumento para la crítica política de la globalización. Por eso relee los estudios poscoloniales, encarnados en la figura del profesor indio Homi Bhabha, para convencernos de que los conceptos de transculturalidad, multiculturalidad e interculturalidad son inútiles si se quiere entender al nuevo sujeto de la cultura fuera de unas relaciones coloniales de poder cuyos críticos son incapaces de abandonar. Sí que asume el concepto de lo intersticial, que Bhabha propone frente a las designaciones de identidad y sus jerarquías

El concepto de «hiperculturalidad» que propone para diagnosticar al mundo globalizado entraña un sujeto desubjetivizado y desterritorializado, aislado en una especie de mónada con ventanas, en las que sólo se ve a sí mismo, dentro de un mundo de pantallas que, en lugar de permitirle mirar, le protegen de la mirada. La metáfora mayor de este sujeto sería la del turista, que cancela las distinciones entre espacios y tiempos, inscrito como está en un constante aquí y ahora. La «hipercultura» vendría a cumplir la promesa turística de tener a disposición una totalidad de singularidades, de diferencias. Frente a esa figura del turista y su cult-tour, la imagen del peregrino, el caminante, es la del hombre filosófico que busca su lugar.De un lado el turista que se mueve fuera o dentro de su habitación queda, como la hiperculturalidad que lo acoge, exento de todo horizonte temporal y espacial, fragmentado, expuesto a la desfactifización (sic) del mundo de la vida. Es un hombre libre, aunque espectral. Pero, de otro, nos recuerda que la hiperculturalidad es muy habitual en un «lejano Oriente», que, según el filósofo surcoreano, desconoce todo mito de la interioridad y toda esencialidad. Parecería que la hiperculturalidad del «turista en camisa hawaiana» culminase la visión asiática del mundo (una cultura sin memoria) filtrada por las tonalidades de un incierto existencialismo filosófico y literario. El autor parece reconocerse en el estado doloroso del umbral de un hombre nuevo y se pregunta cuál habrá de ser la opción del filósofo: perseverar en el homo doloris, que busca su lugar, o dar la bienvenida al homo liber por venir, el turista alegre, desentendido del espesor de las cosas. Aunque no oculte sus dolores, Chul Hahn parece saberse también destinado a medirse con los nuevos dioses y darles su filosófica bienvenida.

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