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La nueva normalidad

A 10.000 metros de altura

Las mascarillas y el gel hidroalcohólico también han llegado a las cabinas de los pilotos. Les acompañan las continuas desinfecciones y las tomas de temperatura a la tripulación. El coronavirus ha trastocado los planes de las aerolíneas, que han adaptado todos sus protocolos para no perder la confianza de sus pasajeros.

(Vídeo) La nueva normalidad a 10.000 metros de altura

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(Vídeo) La nueva normalidad a 10.000 metros de altura Beatriz Pérez

La crisis de la covid-19 ha obligado a replantear muchos aspectos del día a día y el sector de la aviación no se ha quedado atrás. Ante la situación de pandemia, las aerolíneas han sumado a sus ya estrictas normas de seguridad, cambios de protocolo y medidas de higiene para que el avión siga siendo el medio de transporte más seguro.

"Uno de los principales cambios técnicos que afecta a los pilotos ha sido la desinfección de las cabinas, que se hace una vez al día y después de cada vuelo", explicó José Parejo, instructor en la Escuela de Pilotos Panamedia. Además, la protección del piloto y el copiloto durante sus comunicaciones se asegura mediante el uso de mascarillas, al igual que con el resto de tripulantes.

Según Parejo, "el peligro más grande al que se pueden enfrentar es que un pasajero esté infectado y de alguna manera haya podido pasar los controles del aeropuerto". Para estos casos se activa un protocolo que empieza por aislar al pasajero en cuestión y tomar nota de las otras personas que están a su alrededor para hacer un seguimiento. Al enfermo se le llevaría a un hospital para determinar su estado y si, por ejemplo, necesita cuarentena.

Entre las medidas de seguridad también se ha implementado la limpieza de manos con gel desinfectante: "Los tripulantes de cabina, cuando hacen un servicio como dar comida o periódicos, tienen que desinfectarse las manos, al igual que los pilotos cuando llegan a la firma, es decir, donde recogen los documentos". En ese momento, a los pilotos también se les hace un control de temperatura, y si marca más de 37,5 grados se descartan del servicio, de modo que no puede volar.

Asimismo, a todo el personal de la compañía, tanto tripulantes como personal de mantenimiento, "se les pide que si tienen cualquier síntoma no vayan a trabajar y acudan directamente a un hospital".

Inicialmente, se habló de aplicar otras medidas pero resultaron inviables en la práctica. Es el caso de la colocación de mamparas en la cabina para aislar a los dos pilotos. "Eso no es posible y sería totalmente inoperativo, ambos pilotos tienen que tocar los mandos de toda la cabina, lo que sería imposible de hacer con una mampara en medio", aseguró el piloto. Por otra parte, también se eliminó la obligación de usar guantes, "porque se vio que eran un foco de contagio bastante grande".

Una de las cuestiones que más preocupaba a los pasajeros era la posibilidad de que el virus se estancase en el ambiente. Respecto a esto, Parejo aseguró que "en un principio se habló de que el aire se renueva continuamente en el avión, pero esto no es así".

El instructor explicó que en realidad "el aire se renueva totalmente cada tres minutos, de modo que lo que se respira en la cabina de pasaje es un aire puro que entra directamente de la atmósfera, se comprime, se vuelve a poner a presión normal y se le selecciona una temperatura". De esta manera, es "imposible" que este aire contenga el virus.

El problema surge cuando hay un pasajero infectado, ya que durante esos tres minutos sí que podría infectar a los pasajeros que se encuentran a menos de un metro y medio. Sin embargo, Parejo destacó que las tripulaciones "están entrenadas para aislar a ese pasajero aunque el avión vaya lleno", ya que hay espacios como los galleys, zonas reservadas a la tripulación, donde se puede separar a más de un metro y medio del resto de personas.

Por esta razón, se autorizó que los aviones fuesen llenos, y es que se trata de un tema que generó polémica. En un principio se planteó que, en lugar de ir a plena capacidad, fuesen con determinados asientos ocupados y otros vacíos. Sin embargo, las aerolíneas se plantaron y argumentaron que así no podían volar por una cuestión económica, "porque suponían una pérdida continuada". Según Parejo, "si controlas al pasajero antes de llegar al avión y durante el vuelo, es imposible que la Covid entre en el avión y contagie a la gente".

La profesión de piloto ya tiene un riesgo implícito, y a ello se le suman las nuevas preocupaciones por el coronavirus. Ante esto, Parejo reflexiona: "Si yo estoy contagiado puedo contagiar tanto al copiloto, como a las azafatas o al pasaje y también a mi familia cuando llego a mi casa, es por esto que se hacen tantos controles y protocolos".

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