¿Qué tal, don Mariano?
Pues, mire usted, feliz como una perdiz.
¿Atento a las elecciones de hoy, no?
Un poco sí, pero no se crea usted.
¿Arrepentido por la corrupción y haberse tenido que ir por la puerta de atrás?
La verdad es que ahora me doy cuenta de que lo estaba deseando.
Habrá sacado alguna conclusión...
Como usted se habrá dado cuenta durante todos estos años, yo no soy mucho de sacar conclusiones. Sobre todo si hablamos de conclusiones que sirvan para algo. Pero le diré algo: escuchar idioteces es divertidísimo.
¿Y no echa nada de menos?
No decirlas yo. Me dará usted la razón en que estos mindundis ni siquiera se me acercan. Y mire que dicen sandeces, pero sin estilo alguno.
No sé muy bien qué quiere usted decir...
Pues que para decir sandeces hay que servir. Darle un plus, como yo hacía. Es igual que sucede con los chistes: si los cuentan Chiquito o Eugenio tienen más gracia. Estos dicen más sandeces que yo, y más gordas, pero sin ninguna clase.
Uno a uno: ¿qué le parece Abascal?
La derechita chuleta. Mira que le enchufamos a este chaval. Pero nada, no se conforma. Un canallita aprovechado. O mucho me equivoco o dará que hablar€ y no bien.
¿Pablo Iglesias?
Pues que pobre. Buscando votos de la izquierdita cobarde. Está más moderado que Rafael Hernando€ bueno, para ser menos moderado que Rafa hacen falta estimulantes prohibidos, la verdad.
¿Albert Rivera?
Nos está pasando a todos por la derecha. Y eso sin detenernos mucho en su estrategia de fichar saldos de diestra y de siniestra. Le crecerán los enanos. Y le crecerán mucho.
¿Pedro Sánchez?
Si no fuera porque es un ruiz, igual hasta le votaba. Pedro no tiene maldad. Es muy corto, pero sin maldad. Y sigue a la perfección la tradición de su partido: es un aparatero sin límites.
¿Pablo Casado, que se lo he dejado para el final?
Eso me parece a mí, que va a acabar al final.
Va, deme un pronóstico...
El gran hostión que se va a dar Pablo...
¿Cuál de los dos?
Los dos.
