La tradición de preparar licores en casa se fue perdiendo a finales del siglo pasado; hoy existe interés en recuperar esta práctica con finalidades diferentes. Decía Margalida Portell Manresa de Cas Concos (1921-2005) que en el medio rural se preparaban diversos macerados que se tomaban muy de tarde en tarde; una copita era una pequeña recompensa para vecinos que ayudaban en trabajos del campo o bien, agradecer la visita de un médico a casa. Una gratificación que se valoraba bien.
Las bebidas alcohólicas vienen de lejos. Se han hallado restos de fermentación de bebidas en el neolítico. En Egipto la cerveza era una de las bebidas habituales. En Babilonia se destilaba, aunque con métodos poco efectivos. El aislamiento del alcohol puro se atribuye a alquimistas musulmanes en la Edad Media. Ellos fueron los creadores del alambique.
En nuestra zona, la obtención de alcohol puro de atribuye al médico Arnau de Vilanova, sabio alquimista, a principios del XIV. Pero no sería hasta el siglo XVII y XVIII cuando la práctica de la destilación se extendería y en el XIX era una de las bases de la exportación mallorquina.
Hoy, inmersos en otras actividades económicas, preparar licores caseros personalizados, con frutas, especias o hierbas aromáticas es un gran placer; más grande todavía cuando lo ofrecemos a nuestras amistades tanto para degustar como para un obsequio especial.
