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2019: Un año crucial Elecciones y algo más

En la primavera de 2019, el 26 de mayo, la ciudadanía de Mallorca tendrá una triple cita con las urnas: elecciones municipales, autonómicas y europeas, como mínimo

Los mallorquines deberán elegir en mayo a sus representantes en los ayuntamientos, Govern, Consells y Europa. b. ramon

2019 llega preñado de incertidumbres. Es el tópico que acompaña cada inicio de año, pero el que está a una semana de hacer acto de presencia es verdad que viene plagado de incógnitas: la volatilidad de la situación, tanto política como económica, hace que, a punto de concluir la segunda década del siglo, las incertidumbres sean especialmente llamativas. En Mallorca, al igual que en toda España, se dilucidará el último domingo de mayo una triple cita electoral, que puede cambiar drásticamente el mapa político. La ciudadanía se las verá con la renovación de los ayuntamientos, el Parlamento autonómico y las elecciones europeas, las que se teme produzcan una avalancha de populismos de extrema derecha. No está descartado que, también, se convoquen elecciones generales en cualquier momento. Además, el tan manoseado Régimen Especial Balear (REB) finalmente puede aprobarse en enero, aunque nadie sabe si, al final, la montaña parirá un ratón. 2019 será el año para el que se augura una contracción en la llegada de turistas, lo que no impedirá que se considere que la temporada, como tantas otras, sea positiva. La conflictividad social también está garantizada, y no solo por algunos convenios laborales, sino por asuntos como el de la autopista Llucmajor-Campos, que enfrenta radicalmente a los partidos de izquierda, esencialmente a Més, con el movimiento ecologista, hasta ahora su gran aliado.

Mutación

El mapa político mallorquín puede verse profundamente modificado en las elecciones de mayo. A la pugna habitual entre los partidos de izquierda y derecha, incrementada por la aparición en los últimos años de Podemos y Ciudadanos, se añade ahora la que parece imparable irrupción de VOX. El partido de la ultraderecha española, que en Mallorca se presenta con el nombre de Actúa-VOX, tiene en Jorge Campos a su dirigente máximo, pero no es él quien ha concitado la atención, sino el candidato al Ayuntamiento de Ciutat. El general Fulgencio Coll de San Simón, un oficial general de prestigio reconocido, exjefe del Estado Mayor del Ejército con el presidente Zapatero y primer jefe de la Unidad Militar de Emergencias (UME), pertenece a una saga familiar muy conocida en los sectores sociales conservadores de Palma. Es una opción fuerte, que posee potencia para competir con el candidato del PP, el exalcalde Mateo Isern, que ha desplazado a Marga Durán, dadas sus malas expectativas. Coll de san Simón e Isern competirán con candidatos, de no cambiarlos, de escaso fuste: no lo tienen el de Ciudadanos y tampoco los del PSOE y Més, el exalcalde José Hila y el actual primer edil Antoni Noguera. En Podemos han optado por Alberto Jarabo, un nítido populista de izquierdas. El nuevo año puede traer la novedad de que el PSOE se destape con un candidato (a) de más fuste a fin de participar con ciertas garantías. La de Palma será una batalla intensa, como la de Calvià, el segundo municipio en importancia de Mallorca, donde la derecha, con la aparición de VOX, se hace especialmente fuerte.

Las candidaturas al Parlament serán las previstas, aunque la sorpresa en el PP no está descartada, y se verá cómo puede alterar la composición de la Cámara la aparición de VOX. Si la extrema derecha entra, es predecible una dura pugna, en especial en los asuntos relacionados con la lengua. Queda muy en el aire si las izquierdas podrán reeditar la mayoría o las derechas obtendrán los 30 diputados necesarios para conseguirla. 2019 dilucidará si es factible una cuádruple coalición: PP, Ciudadanos, El Pi y VOX. Parece difícil de ensamblar, porque sumar a VOX y El Pi será una operación sumamente alambicada.

Ese es el esbozo de la vertiente estrictamente política. Dicho queda que a lo expuesto hay que incorporar qué mallorquines (as) engrosarán las candidaturas al Parlmento europeo en posiciones con posibilidades de obtener acta. En la actualidad solo hay una eurodiputada por la isla; se trata de Rosa Estarás, elegida en la lista del PP. Se desconoce si repetirá y en qué posición, lo que es importante, puesto que se da por hecho que los escaños que consigan los conservadores menguarán notablemente.

Desde los tiempos de Gabriel Cañellas, primer presidente de la Comunidad Autónoma, allá por la década de los 80 del pasado siglo, el REB ha sido un asunto recurrente, que ha salido a colación una y otra vez, y siempre para ser utilizado como munición electoral en contra del adversario, ya fuere socialista o popular. El clásico relato precisa que cuando gobernaba el PP era el PSOE quien atizaba con el REB y viceversa. Con Matas en la presidencia de la Comunidad, se remitió un proyecto al Congreso de los Diputados, rebajado hasta dejarlo convertido en nada por la mayoría del PP que respaldaba al Gobierno de José María Aznar.

Osadamente, la socialista Francina Armengol, la actual presidenta de la Comunidad Autónoma balear, ha vuelto a envolverse en la bandera del REB para regocijo de la oposición, que percute machaconamente sobre el asunto, convencida de que el Gobierno de Sánchez no aprobará un REB digno. En las postrimerías del año Armengol y los socialistas se han batido en franca retirada. El ministro de Fomento, José Luis Abalos, en su visita a Mallorca, hizo cundir el pesimismo: el Ejecutivo no dará lo que se le pide. Entonces, ¿qué puede razonablemente esperarse? Se espera que en enero se sepa en qué quedará todo. Puede anticiparse que lo que se obtenga, dará pie a que se desate una fenomenal trifulca preelectoral entre PSOE y PP, que se hará extensiva a todo el arco parlamentario. Los socios de Armengol, en especial Més, en horas muy bajas, con desoladoras expectativas en las elecciones, pondrá el grito en el cielo ante el que considerará flagrante incumplimiento del Gobierno "de Madrid". Habrá REB, sin duda, lo que no se conoce es qué REB saldrá del parto, sin descartar que la montaña alumbre a un ratón.

Lo que promete seguir envenenándose en los primeros meses de 2019 es el contencioso de la construcción de la autovía entre Llucmajor y Campos. Su aprobación en el Consell de Mallorca está originando una desbandada de los tradicionales respaldos que el mundo ecologista venía prestando a los nacionalistas de Més. Han dicho solemnemente que le retirán el apoyo, que no les votarán en las elecciones. El presidente del Consell, Miquel Ensenyat, ha llevado el enfrentamiento casi a un punto de no retorno; las modificaciones introducidas en el proyecto no han satisfecho a los ecologistas, que reclaman la retirada del proyecto. No parece factible la conciliación, por lo que la ruptura puede darse por consumada.

El de la autopista es uno más de los elementos que han ahondado el divorcio en la izquierda. Hay otro muchos. 2019, sin embargo, no se abre exclusivamente con la desatada conflictividad en el mundo político, sino que en el ámbito económico y social también se han de dilucidar cuestiones pendientes.

Empresarios hoteleros y sindicatos han firmado un convenio, que contempla notorias subidas salariales, con el que se garantiza la paz laboral en el fundamental sector de la economía mallorquina. Queda pendiente conocer hasta dónde llegará la contracción que se augura en el mercado. Menos turistas no es una mala noticia, si se gestiona adecuadamente, dado el problema de la saturación, ampliamente detectado la pasada temporada. Se están recuperando otros mercados receptores: Tuquía, norte de África, con lo que la presión para que Mallorca absorba demanda se reduce, pero el modelo que ha de instaurarse en los próximos años sigue originando controversia. La todopoderosa Federación Hotelera mantiene una relación un tanto incómoda con el Govern, aunque éste se haya alineado con los hoteleros en la vidriosa cuestión de los alojamientos turísticos. La normativa aprobada satisface esencialmente a los hoteleros, haciendo que los otros sectores implicados hayan declarado su total beligerancia contra el Ejecutivo y las instituciones gobernadas por la izquierda. Parece que estamos ante un conflicto de intereses de difícil resolución; no se ve cómo un gobierno alternativo de la derecha podría satisfacer los intereses de los propietarios de pisos susceptibles de alquiler turístico sin chocar con el sector hotelero, al que desde siempre se le ha reconocido ser el motor de la economía mallorquina.

Empleo

Las previsiones que se apuntan para el empleo son positivas. Se anticipa que se seguirá incrementando el número de afiliados a la Seguridad Social; es decir, se seguirán creando puestos de trabajo, aunque ello no se traduzca miméticamente en una reducción de los porcentajes de paro, que se espera que, pese a todo, sigan reduciéndose. La estacionalidad del mercado laboral, derivada de la dependencia casi exclusiva del sector turístico, constituye la causa de la peculiaridad del mercado laboral mallorquín, similar al de otras zonas turísticas españolas.

Otro aspecto que desde siempre se reviste de especial conflictividad: las listas de espera en la sanidad pública, cuya reducción no se consigue de forma efectiva. Dos son los lastres que imposibilitan su resolución: la deficiente financiación que la aqueja desde que en tiempos de Aznar fue transferida a la Comunidad Autónoma sin disponer de la financiación requerida y los radicales recortes que se ejecutaron a partir de 2007, al iniciarse la crisis económica, que todavía no se han revertido. El Govern no ha introducido cambios significativos en la situación. Las listas de espera siguen siendo esencialmente las que eran antes de su llegada, pese a mejoras puntuales, al tiempo que las demandas de los trabajadores, tanto las de los médicos como las de los otros colectivos, también son las mismas. 2019 no contemplará un cambio sustantivo, a pesar de que, junto a la educación, la sanidad se lleva la parte del león de los presupuestos de la Comunidad Autónoma.

Por último, pero no por ello menos importante, dejemos esbozado lo que puede acontecer en el mundo de la educación para el curso 2019-2020 si en las elecciones de mayo se dibuja una mayoría de derechas en el Parlamet sustentada por VOX. La conflictividad queda garantizada de antemano, porque las propuestas de un Ejecutivo en el que estén Ciudadanos y sea necesario VOX entrarán en una trayectoria de colisión directa con el mundo educativo. Un dato: las elecciones sindicales las ha vuelto a ganar el STEI, organización de neta adscripción nacionalista. En la etapa de José Ramón Bauzá se vivió la manifestación más multitudinaria de cuantas ha habido en Mallorca. ¿Qué acontecerá si se intenta un drástico replanteamiento como el que reclaman Ciudadanos y VOX?

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