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Una vivienda basada en la geometría

Diseñada por el arquitecto Jaime Salvá, destaca por sus amplios espacios y por la homogeneidad en la decoración interior, donde se han empleado materialES neutros

Esta semana les presentamos una vivienda unifamiliar aislada y con piscina privada, diseñada por el arquitecto Jaime Salvá junto all arquitecto técnico Iñaki Fernández y la empresa Blanc i Blanc como constructor. Ubicada en la urbanización de Son Puig, se encuentra en una parcela de 458m2 que hace esquina y tiene una pendiente pronunciada, lo que hace que el sótano se encuentre a nivel de la acera, que de este modo da acceso a la vivienda.

Uno de los objetivos del arquitecto Jaime Salvá durante la construcción de esta vivienda fue el de crear una geometría limpia, pero con quiebros que le otorgaran un juego volumétrico con vistas diferentes según qué lado de la vivienda se mire. Este juego volumétrico que compone el diseño de la vivienda crea unas sombras que van cambiando a lo largo del día, consiguiendo perspectivas diferentes. La volumetría final es el resultado de la distribución interior, donde las estancias principales están orientadas al sur, y se han dejado huecos en fachadas, estratégicamente colocados, para conseguir las mejores vistas desde el interior de la vivienda y, además, para obtener una ventilación cruzada que ayude a la eficiencia energética de la vivienda, consiguiendo que durante gran parte del año pueda funcionar con el mínimo gasto energético para sus inquilinos.

La amplitud de los espacios es uno de los principales objetivos conseguidos a la hora de distribuir la planta baja, teniendo luz natural desde cualquiera de las cuatro orientaciones, controlando los accesos desde cualquier punto, pero a la vez, logrando que cada estancia goce de su propia independencia. Unas lamas verticales de madera independizan el núcleo vertical de la escalera a la vez que actúan como barandillas. Se han utilizado pocos materiales para dar una homogeneidad al conjunto del interiorismo, siendo materiales neutros, cálidos y naturales, como la madera de roble, la piedra natural gris balear o el muro de piedra natural de mampostería, que penetra desde el exterior al interior del salón comedor, pasando también por la cocina. La cocina se ha diseñado en blanco para continuar con la idea de neutralidad y son los elementos decorativos, alimentos, entre otros, los que aportan el color.

La cocina está totalmente conectada con el comedor exterior, el cual está protegido por un porche que se consigue mediante un gran voladizo. Los propietarios de la vivienda se han encargado, con gran gusto, de amueblar la vivienda, continuando con los colores neutros, como la gran mesa de madera que se coloca en el comedor.

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