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Erasmus en la UIB, un cuatrimestre en Mallorca

La Universitat acoge cada año a estudiantes procedentes de todos los países, pero especialmente de Alemania, Italia y México, que ha traído este curso 15 alumnos procedentes de sus facultades

Algunos de los alumnos extranjeros que disfrutan estos meses de sus estudios en la Universitat de les Illes Balears.

Cuando a Graciela Rodríguez le adjudicaron su plaza para realizar el próximo cuatrimestre académico en la Universitat de les Illes Balears no sabía prácticamente nada sobre su próximo destino. "Mis compañeros de la Universidad Autónoma de Baja California que habían cursado su ERASMUS en España me habían recomendado la UIB, de modo que cuando tuve que aplicar no me lo pensé dos veces y solicité plaza en la Universitat", confiesa y añade, "cuando supe que había sido admitida para cursar el siguiente cuatrimestre en la isla balear sabía poco más que el nombre de Mallorca y su localización en el mapa europeo". Fue entonces cuando la joven mexicana comenzó a investigar y a recopilar información sobre la desconocida isla mediterránea en la que iba a pasar los próximos meses de su vida universitaria. Desde aquel día su destino ERASMUS no ha dejado de sorprenderle. "Empecé a navegar por internet y leí un artículo en el que explicaban que la Serra de Tramuntana había sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Me acuerdo perfectamente de ese momento en el que pensé: esto pinta muy bien".

Graciela cruzó el Atlántico a principios de septiembre con una maleta llena de emociones e incertidumbre. "Cuando emprendes una aventura así estás bastante perdido, por suerte, un estudiante voluntario de la UIB vino a buscarme al aeropuerto, lo cual me sirvió de gran ayuda para situarme un poco nada más llegar a Palma. Me explicó cosas básicas como el sistema de transporte público o las mejores zonas para tomar una cerveza", bromea. La acogida fue cálida, pero el proceso de adaptación a la nueva dinámica académica no resultó del todo sencillo para ella y el resto de compañeros procedentes de universidades de todo el mundo. "Hemos notado bastante descoordinación por parte de la Universitat en ciertos aspectos relacionados con el proceso de aclimatación de los estudiantes ERASMUS. No contamos con ningún trato especial y es cierto que tienes que buscarte la vida para solucionar los problemas o las dudas que te surgen durante los primeros días", interrumpe Romina Ortega, estudiante de Arquitectura procedente de la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina. A pesar del descontrol que denuncian, ambas estudiantes coinciden en que la UIB aprueba con notable alto como centro en el que desarrollar un intercambio ERASMUS.

"Aunque la organización es mejorable, es cierto que el nivel académico es realmente bueno y consigues aprender mucho", afirma Alejandra, que interviene en el debate para compartir su experiencia como estudiante del grado de Fisioterapia. La joven, natural de México y estudiante de la Universidad Autónoma de Querétaro, está encantada con sus profesores y las materias que está cursando en el campus de Mallorca, "le recomendaría a cualquiera de mis compañeros que viviesen la experiencia ERASMUS en la Universitat. Me ha sorprendido gratamente la calidad de la docencia con una modalidad práctica que nos acerca a nuestro próximo y desconocido futuro profesional", admite.

Las tres jóvenes reivindican que sería interesante que desde la propia Universitat se promoviese la integración de los estudiantes extranjeros y se premiase a los alumnos que colaboran en la organización de eventos y actividades para los ERASMUS. "Hay alumnos voluntarios que se prestan a acompañarnos en nuestro descubrimiento de Mallorca, nos ayudan con los trámites administrativos e incluso organizan fiestas para que conozcamos al resto de estudiantes y nos integremos con facilidad", comenta Graciela. El problema es que la UIB no reconoce este servicio con créditos y, por tanto, no garantiza el servicio. "Si estos alumnos voluntarios no nos hubiesen acogido, hubiera sido mucho más difícil integrarnos en la Universitat. Deberían reconocer su labor", sentencia Romina.

Graciela, Alejandra y Romina se han acogido desde sus universidades en Latinoamérica al programa ERASMUS Mundus que promueve y apuesta por la educación superior a través de becas y cooperación académica entre la Unión Europea y el resto del mundo. Sin embargo, la mayoría de los alumnos extranjeros que recibe la Universitat de les Illes Balears provienen del resto de países de Europa, en su mayoría, de Alemania e Italia, con 37 y 36 estudiantes respectivamente, de un total de 219 alumnos ERASMUS. El pódium lo completa México, que ha traído este curso 15 estudiantes procedentes de sus universidades. Por detrás se sitúa Estados Unidos, que ha colocado 10 estudiantes americanos en las aulas de la UIB.

Europeos en Mallorca

Con más de 30 años, el programa ERASMUS se ha convertido en una de las medidas que más impacto ha tenido a la hora de generar un sentimiento de ciudadanía europea. Desde Alemania llegaron a la isla a finales de verano Christina Mathe y Lina Mehl para cursar el primer cuatrimestre de sus carreras, aunque ambas ya habían estado anteriormente en la isla celebrando el final de curso escolar y, a diferencia de sus compañeras de México y Argentina, sí tenían una idea preconcebida de la isla balear. "Hace unos años estuve en Mallorca para festejar el final de curso en el Arenal. Me alojé con mis compañeros en un hotel enfrente de la playa y no nos movimos de allí en toda la semana", confiesa Lina avergonzada después de haber conocido los tesoros que esconde la isla, los cuales había ignorado hasta vivir la experiencia ERASMUS. "En Alemania se tiene una imagen muy distorsionada de Mallorca, ya que se asemeja únicamente con playas y fiesta. Es una pena y una injusticia porque la isla tiene una naturaleza impresionante y una ciudad capital que te conquista nada más recorrer sus calles". Su compañera y compatriota, Christina, no puede estar más de acuerdo con ella, "Mallorca tiene una variedad de paisajes que me ha impactado enormemente. A menos de una hora tienes a tu disposición la playa o la montaña, e incluso, las dos cosas a la vez si quieres. Nunca pensé que la isla era tan bonita y completa".

La imponente e inesperada naturaleza de la isla ha conquistado también al italiano Ignazio Barbetta, estudiante de Trabajo Social de la Universidad de Parma, y al francés Hugo Thiercerin, alumno de Admnistración y Dirección de Empresas procedente de Montepellier, quien confiesa que "una de las cosas que más me llamó la atención de la Universitat es el entorno tan natural en el que se localiza, a las faldas de la Serra de Tramuntana. En Montpellier, mi facultad está en pleno centro de la ciudad rodeada del bullicio de los coches y de la gente, pero la UIB está enclavada entre las montañas y rodeada de verduras -así es como le llama el joven francés a la vegetación que rodea el campus universitario, desatando las risas de sus compañeros que le recuerdan que debe poner más empeño en aprender el idioma-.

"Es cierto que la Universitat está enmarcada en un lugar privilegiado, pero demasiado lejos de la ciudad", comenta una de las jóvenes estudiantes. A pesar de no disponer de coche, la movilidad no es un problema para ellos. "Vamos cada día a clase con el metro o con el autobús", comenta Lina, al mismo tiempo que Graciela apunta, "hay bastantes frecuencias y, como casi todos vivimos cerca de Plaza de España, coger el transporte público se convierte en la opción más rápida y cómoda". Para moverse por el resto de la isla ya es otra historia. Los estudiantes denuncian que es difícil desplazarse a las afueras si no dispones de un vehículo privado, "cuando queremos ir a la montaña, a la playa o a conocer algún pueblo de la Part Forana nos vemos muy limitados, pero es cierto que la Universitat está muy bien conectada".

La promoción del deporte es otro de los puntos flacos de la UIB para los estudiantes ERASMUS. "No hay cultura del deporte. En otras universidades hay equipos de diferentes deportes, se promueve realizar actividad física e incluso se premia con la convalidación de créditos académicos, pero en la Universitat parece que el deporte es algo aislado. Es una pena porque el deporte genera un ambiente muy positivo y promueve valores relacionados con hábitos de vida saludables", confiesa Gabriela y recuerda lo que más le sorprendió al llegar a la UIB, "¡venden alcohol en el bar de la facultad!", se escandaliza y espeta, "puedes tomarte un chupito de tequila y meterte en clase. Es una locura". La joven mexicana es una apasionada del deporte y entrena cada semana con el equipo Shamrock Rugby, "en México ya practicaba el rugby y no estaba segura de encontrar un equipo en Palma. Me hablaron del equipo, me apunté y estoy encantada", comenta y añade, "hace pocas semanas logramos nuestra primera victoria, fue muy emocionante".

Vida en pisos compartidos

Uno de los impedimentos que han compartido los estudiantes ERASMUS a su llegada a Palma ha sido la odisea de encontrar un lugar en el que vivir. La mayoría intentaron hacerse con una habitación antes de aterrizar en la isla, pero fue misión imposible. Romina todavía lo recuerda indignada, "llamabas a un piso y tenías que decidirte casi al momento porque si no, al día siguiente ya estaba alquilado". Además, todos coinciden en que el precio es demasiado elevado, "mínimo tienes que pagar 400 euros por una habitación en un piso compartido, es muy caro en relación a otras ciudades", comenta Lina.

La experiencia de Graciela no fue mucho mejor. La joven mexicana, ante la dificultad para instalarse en Ciutat optó por alojarse en la residencia de la Universitat de les Illes Balears, que está integrada en el campus de la carretera de Valldemossa. Duró pocas semanas como huésped. "La frecuencia de metro y autobús finaliza poco más tarde de las 22 de la noche. Te limita mucho porque si sales a cenar o vas de fiesta no tienes otra forma de llegar a casa que no sea en taxi, con un precio que ronda los 20 euros", cuenta. Una factura inasumible y una localización incómoda para un estudiante de intercambio que, además de a estudiar, viene a divertirse y a vivir una experiencia de ocio. Uno de sus planes favoritos es disfrutar de la "Ruta martiana", una ruta de tapas que se celebra cada martes en los bares próximos a la Plaza Mayor. "Nos encanta el rollo de la ruta. Nos tomamos unos pinchos con algún vino o alguna cerveza rodeados de un ambiente muy cosmopolita. Es el plan ideal", confirman.

Hugo, Christina, Ignazio, Lina y Alejandra también comparten piso con otros estudiantes, ésta última convive con 6 personas en un piso situado en el centro de Palma. "Me encanta vivir con gente de otras nacionalidades porque aprendes cosas que nunca hubieras imaginado. El intercambio cultural que estoy viviendo me está enriqueciendo mucho porque me hace crecer como persona", confiesa la mexicana. Ignazio aprovecha para bromear sobre su barrio, con el que está encantado, "vivo en Pere Garau y, a pesar de lo que la gente suele pensar, es un lugar en el que me gusta vivir. Hay gente de muchos países diferentes, pero todo el mundo se respeta. Diría que es muy cosmopolita, como el resto de Ciutat".

Muchos de ellos comparten piso con otros estudiantes ERASMUS, pero también conviven con mallorquines que se han independizado o que viven en pueblos y deciden alquilar una habitación en Palma por su proximidad con la universidad. Hugo es un ejemplo de ello. "Convivo con un par de chicos mallorquines que estudian en la UIB. Tenemos buena relación", afirma el joven francés y añade, "los mallorquines son gente buena y acogedora. Me da la sensación de que son familiares y buenos anfitriones". Los demás le escuchan atentamente y muestran su acuerdo, "es cierto que al principio les cuesta coger confianza y pueden parecer algo cerrados, pero cuando te conocen, son muy generosos y amables. A mí me han ayudado mucho", confiesa Ignazio.

Viajar, viajar y viajar

La UIB aprovecha el potencial turístico que tienen las islas para atraer estudiantes ERASMUS. No es casualidad que España sea el país, de toda la Unión Europea, que más estudiantes extranjeros ha recibido en sus universidades a lo largo de las tres décadas que lleva el programa funcionando. Si para algo están aprovechando los alumnos ERASMUS su experiencia en Mallorca es para no dejar de conocer ciudades y parajes de la geografía española. Las islas Baleares y el resto de la península son lugares a conquistar para todos ellos. Hugo lo tiene muy claro, "quiero aprovechar mi estancia en la isla para conocer el resto de España. La semana que viene voy a Valencia y ya he conocido Ibiza, Málaga y otras ciudades andaluzas". Romina ha estado en Barcelona y el resto de las chicas planean toda una serie de escapadas turísticas. "Durante estos 6 meses podemos disfrutar del 75% de descuento de residente para viajar. Es una muy buena oportunidad porque nos sale muy barato conocer otras ciudades".

Realizar un ERASMUS es una experiencia única que permite a los jóvenes europeos, y del resto del mundo, sumergirse en una cultura diferente en un país ajeno. "Le recomendaría, sin dudar ni un solo momento, a cualquiera de mis compañeros que se animen a irse de intercambio. Es una oportunidad única que no pueden dejar escapar", comentan.

Estos siete estudiantes internacionales coinciden en que es muy complicado explicar lo que ha significado la experiencia ERASMUS para ellos, "hay que vivirlo para saber lo que es", anuncian. Podría resumirse como "un punto de inflexión" en sus vidas porque les ha permitido conocer otras costumbres, un nuevo idioma, así como conectar con personas que se han convertido durante seis meses en parte de su familia o, lo más importante, desprenderse de prejuicios y tener una visión global más allá de las fronteras, aunque esta definición se quede corta para ellos. La vida ERASMUS, la vida mejor.

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