Si hay una zona de Mallorca con una cocina con personalidad propia dentro de un espacio común (sopas, arroz con carne, cocas, etc.) es la de la Albufera y, muy concretamente, sa Pobla. La cocina de poblaciones como Sóller, Pollença, Campos, Binissalem, Andratx y otras poseen rasgos que las hacen grandes y únicas, pero quizás sea la poblera la que en el último siglo más ha crecido hasta alcanzar una proyección exterior -dentro de la isla- muy notable.
El perfil que define su cocina es la presencia frecuente de picantes naturales, abundancia de especias, disponer de arroz y legumbres, cultivo intensivo de la patata y de una huerta rica como pocas y la espinagada con anguilas, propiciada por la cercanía de un hábitat único como es el humedal de la Albufera. Pero sería injusto no señalar el esfuerzo de generaciones por crear, en torno a todos estos ingredientes, una cocina imaginativa, reconocible y reconocida.
Sa Pobla apostó por proyectar su/nuestra cocina. En torno a sant Antoni se elaboran platos especiales, entre los que sobresale la espinagada de anguilas, aunque éstas no puedan provenir, como antes, de esta gran despensa poblera que es sa "Bufera"; se ha creado la Muestra Gastronómica de la Anguila, la Fira nocturna de la patata, Menjar bé a sa Pobla en la Fira de tardor, eventos que se han convertido en clásicos y que han fomentado una inventiva ilimitada.
