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Oblicuidad

Jamal Khashoggi sigue descuartizado

Jamal Khashoggi sigue descuartizado

En apenas una semana, los titulares sobre la ruptura de relaciones globales con Arabia Saudí se han reconvertido en la narración sobre el tejido de nuevos lazos entre Occidente y los descendientes de Ibn Saud. Una vez curados del estado febril que suscitan los Derechos Humanos, los países no niegan que Jamal Khashoggi siga descuartizado, se limitan a constatar que a partir de ahora tendrá que apañárselas por sí solo.

Un asesinato "accidental", en la versión oficial, y el "peor encubrimiento de la historia" en palabras de Donald Trump, pavimentarán la instalación de la normalidad regada por petróleo Cru. La pericia a la hora de desgajar la cabeza del tronco y de amputar los dedos, le ha garantizado a Mohamed Bin Salman la continuidad como heredero al trono saudí. Se han documentado graves condenas por ejecuciones similares, pero pocos premios equivalentes a tomar las riendas de uno de los países más opulentos del planeta.

En octubre, la opinión pública se asombraba de la sensibilidad desatada por un asesinato puntual, estableciendo una macabra comparación con las matanzas saudíes en Yemen. Sin embargo, el descuartizamiento de Khashoggi sirve para recordar que los escándalos contemporáneos no se miden por el tiempo transcurrido entre su estallido y su resolución. Es más importante destacar el lapso entre la génesis y el olvido.

En el asesinato de Khashoggi, apenas un mes ha sido suficiente para cicatrizar las heridas. El presidente de J.P. Morgan confiesa que se precipitó, al desmarcarse de la variante de foro de Davos en el desierto que auspicia el heredero saudí. Citibank ha anunciado su regreso al redil el año próximo. A efectos prácticos, piden perdón por anteponer la justicia a los valores esenciales.

Ningún ejecutivo ha sintetizado la reconciliación con los ejecutores de Khashoggi desde la sinuosidad oriental de Masayoshi Son, presidente del conglomerado financiero japonés SoftBank. "Por horrible que sea este acontecimiento, no podemos darle la espalda al pueblo saudí, mientras trabajamos para ayudarles en los continuos esfuerzos para reformar y modernizar su sociedad".

Khashoggi se ha degradado de víctima a daño colateral. Frente a un país con un fondo soberano de 2oo mil millones de euros y uno de cada diez barriles de petróleo, el periodista disidente está a punto de verse acusado de descuartizarse a sí mismo para conseguir popularidad. No demasiados occidentales se han declarado partidarios de dejar sus coches sin gasolina como represalia contra Riad.

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