Otras de las bodegas mallorquinas, en donde la influencia femenina se deja notar, es la Galmés i Ribot, situada en las afueras de Santa Margalida, y dirigidas por Catalina Ribot, con el concurso y consejo de su madre, Catalina Galmés, si bien el propietario es el padre de la primera y esposo de la segunda, Jaume Ribot. Viñas y bodega se encuentran dentro de lo que fueron propiedades del Comte Mal. La bodega y sus vinos están teniendo una serie de cambios, tanto en variedades como en presentación, incluido el rescate de algunas autóctonas a punto de extinguirse. Uno de sus vinos con gancho estival es el Margalida Rosat, centrándose en la añada 2017. Entran en su elaboración las variedades francesas Cabernet Sauvignon y Syrah, con la mallorquina, en recuperación, Gorgollassa. Un estudiado contacto con los hollejos permitió darle una tonalidad de piel de cebolla. Emite aromas a plantas y frutos de la isla. En el paladar ofrece frescura y acidez adecuada.
