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Déficit de talento

Las carencias de la economía mallorquina

La economía mallorquina carece de la cualificación adecuada tanto en las empresas como en los trabajadores. El catedrático de Economía Aplicada de la UIB y director de la Fundación Impulsa Balears ha analizado la situación

Las fallas estructurales que aquejan a la economía mallorquina, también a la de Menorca y las Pitiusas, tienen una consecuencia indeseada en el sistema productivo balear: la de la falta de talento, perceptible en amplios sectores empresariales, en los que se adolece de una carencia de preparación, tanto por lo que concierne a los trabajadores como a las propias empresas. Ese estado de cosas ha sido objeto de un amplio estudio por parte del economista Antoni Riera, quien, desde su cátedra de Economía Aplicada en la UIB y la dirección de la Fundación Impulsa Balears, ha diseccionado las carencias de la estructura económica balear haciendo un diagnóstico imprescindible para poder aplicar soluciones viables. Riera precisa que lo que no puede hacerse es medir el éxito o el fracaso económico en términos estrictamente cuantitativos, los derivados de cuantos más puestos de trabajo mejor, sino que se hace imprescindible entrar en su composición, en qué tipo de trabajo se genera

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El profesor Riera establece tres categorías para encuadrar a los trabajadores: baja, media y alta, la misma que aplica al estudiar la demanda de trabajadores por parte de las empresas. En el tercer nivel sitúa al personal técnico, científico y directivos; mientras que en el segundo, muy amplio, coloca los que se denomina profesionales que poseen una determinada cualificación: contables, administrativos, electricistas, fontaneros, camareros..., para, en el nivel más bajo, poner a los trabajadores sin cualificar.

diagnóstico

Esa distribución le lleva al siguiente diagnóstico: en Mallorca, en buena medida, se cubre la demanda con trabajadores no adecuados, lo que genera desequilibrios tanto en sobrecualificación como en infracualificación. La conclusión es la de que sólo se cubre el 56% de la demanda de trabajadores con el personal adecuado. Queda un 44% sin cubrir. "Cuando en una economía se producen esos desequilibrios, hay consecuencias negativas tanto salariales como sociales y, además, la economía pierde competitividad", afirma tajante Antoni Riera, añadiendo que "el conocimiento, estar adecuadamente preparado para el trabajo que se desempeña, es fundamental si se aspira a generar bienestar". "El talento de los trabajadores es esencial", sentencia.

El diagnóstico elaborado por Riera precisa que incrementar la dotación de trabajadores en el tramo medio de competencias e incentivar la demanda empresarial en el tramo alto de la estructura de cualificaciones, constituyen los aspectos clave para activar la palanca del talento en las Islas, dado que la escasez de oferta en el tramo medio de competencias se sitúa en el origen de una buena parte de los desequilibrios en la cuestión de la búsqueda del talento.

Los desequilibrios por escasez actualmente existentes condicionan buena parte de los desequilibrios por inadecuación que comprometen el aprovechamiento de los recursos disponibles, al tiempo que frenan la mejora de la productividad. Una buena parte de esos desequilibrios derivan de la escasez de oferta en el tramo medio, dado que el contingente de población activa (ocupada o parada) tan sólo posibilita cubrir un poco más de la mitad de los puestos de trabajo, a lo que hay que sumar que el elevado exceso de oferta que asume el tramo bajo , la de los trabajadores sin ninguna cualificación, dispara el indicador del desajuste hasta nada menos que el 363% poniendo de manifiesto que en este tramo, la oferta de efectivos triplica con creces la demanda.

Además, para incidir todavía más en los desequilibrios, destaca la existencia de un exceso de oferta en el tramo alto, dado que los efectivos laborales superan en poco más de un tercio la demanda hecha por las empresas. Todo ello conduce a que los desequilibrios por inadecuación entre la oferta y la demanda de competencias vigente en Balears afectan a más de la mitad de la población que actualmente ocupa un puesto de trabajo (50´7%). La magnitud del desequilibrio confirma, según el índice de desajuste de cualificaciones, la presencia en el tejido regional de infracualificación (33´7%) y, al mismo tiempo, aunque con una menor intensidad, de sobrecualificación (17%). Todo ello hace que la denominada "vacante" se cubre a través de trabajadores que poseen niveles inferiores o superiores de cualificación a sus puestos de trabajo y se incurre, por tanto, en notorios desequilibrios. A su vez, la asignación inadecuada agrava la escasez de efectivos en los tramos en los que la demanda empresarial de trabajadores es más acuciante. De perpetuarse esa situación, el aprovechamiento del talento cae en una espiral negativa que desactiva una de las palancas más estratégicas para impulsar la competitividad global de las Islas.

perfil sociodemográfico

Al mismo tiempo, el perfil sociodemográfico de la población ocupada también da pie a la existencia de diferencias significativas, que indican, a su vez, las dificultades que asumen determinados colectivos para avanzar laboralmente a través de la estructura de categorías profesionales. Así, el segmento femenino, aunque presenta un desajuste en cualificaciones (46´3 porciento) inferior al masculino (54´5%) , acoge una mayor presencia de sobrecualificación (21´8% contra el 12´9%), en contraposición a la infracualificación que predomina en el segmento masculino (41´6% contra el 24´5%).

La tendencia de las Islas en sostener desequilibrios en materia de talento más profundos que en buena parte del entorno europeo dificulta a Balears acortar los diferenciales de productividad y, por consiguiente, de renta per cápita que mantiene respecto de las regiones más avanzadas de su entorno compertitivo. El desequilibrio por escasez que las Islas asumen en el tramo medio de competencias, se asmila considerablemente al del conjunto de España, pues en este ámbito la oferta de efectivos también difícilmente supera la mitad de la demanda. Por lo que se refiere al resto de tramos, Balears amplía sensiblemente el exceso de oferta del tramo bajo y reduce la magnitud del exceso de oferta que también se registra en el tramo alto de la estructura de cualificaciones con respecto al conjunto de España.

Al mismo tiempo, destaca el profesor Riera, Balears "malgasta" su capacidad de aprovechar el talento regional con un índice de desajuste en cualificaciones (50´7%) que, en términos generales, supera la media española, situada en el 48%, en un escenario en el que el conjunto nacional no tan sólo supera la media europea (39%), sino que asciende a la cuarta posición de la distribución, precedido únicamente por otras economías del sur del Continente: Portugal, Malta e Italia.

asignación

Pero en el ámbito del talento, precisa Riera, no todo es una cuestión de disponibilidad. De hecho, dice, dar con la asignación de la fuerza laboral a los puestos de trabajo que mejor permite desarrollar los procesos empresariales es fundamental para garantizar el aprovechamiento de los recursos y materializar las ventajas competitivas que se ocultan en la complejidad del talento. Por ello, no tan sólo se tienen que sortear desequilibrios por escasez en determinados segmentos de habilidades y competencias, sino que se han de evitar los desequilibrios por falta de adecuación al puesto de trabajo que pueden afectar a la estructura de cualificaciones que conecta la oferta y la demanda de competencias en cada uno de los sectores de actividad.

Las consecuencias que lo descrito tienen sobre los salarios que perciben los trabajadores de Balears son importantes: los del nivel tres, los mejor preparados, cobran menos que la media nacional, mientras que el tramo de los que acceden a puestos de trabajo de nivel medio sin disponer de la suficiente preparación perciben unos salarios superiores a la media. Este ascenso de categoria sin disponer de los conocimientos precisos conduce a la obvia conclusión de que en las Islas el conocimiento, indispensable para disponer de una economía plenamente competitiva, se valora poco.

No puede obviarse que los cambios que económicos, sociales y, sobre todo, tecnológicos, que se han producido a lo largo de las últimas décadas, han ido modificando los requerimientos del tejido productivo en materia de competencias y habilidades de las fuerza laboral y todo confirma que continuarán haciéndolo, según Antoni Riera, de forma más rápida e intensa, a medio y lago plazo. Los avances en el ámbito de las tecnologías de la información y las comunicaciones, muy ligados a la progresiva digitalización de la economía, han posibilitado a las empresas desarrollar a un coste inferior muchas de las tareas que antes eran encomendadas a trabajadores de baja cualificación. Al mismo tiempo, la caída de barreras al transporte ha facilitado el traslado de procesos que no requieren de la interacción personal a países que presentan ventajas comparativas en costes de producción.

Ello no está suponiendo tan sólo un incremento del nivel y especialización de las competencias y habilidades individuales, sino un esfuerzo de adaptación continua de las mismas a la sofisticación que, simultáneamente, el entorno actual demanda a los procesos empresariales. En buena parte de las economías desarrolladas la cartera de ocupaciones más demandadas ha tenido un desplazamiento desde los puestos de trabajo básicamente centrados en tareas rutinarias hacia otros caracterizados por el despliegue de tareas no rutinarias. Circunstancia que se ha producido, además, en un contexto en el que la evidencia ha demostrado que la combinación de habilidades cognitivas, tecnológicas y transversales, mantienen, junto con el aprendizaje a lo largo de la vida, una relación directa y positiva con la posición competitiva de los territorios y con el nivel de renta y bienestar.

Garantizar el aprovechamiento de los conocimientos, habilidades y competencias individuales desde un punto de vista productivo requiere orientar los esfuerzos regionales a evitar y, si se da el caso, corregir los desequilibrios que derivan de una asignación inadecuada entre la oferta y la demanda del factor trabajo, porque disponer de mayores contigentes de población con estudios superiores o más especializados es necesario, pero en ningún caso suficiente para asegurar una mejora efectiva de la eficiencia regional. En esta línea, los desequilibrios por inadecuación de competencias da lugar a situaciones de infracualificación y de sobrecualificación. Es decir, se producen tanto situaciones de ocupación de puestos de trabajo por parte de personas que no cuentan con los requisitos adecuados para desempeñar la tarea encomendada como la de personal con una preparación que excede sobradamente la necesaria para el puesto de trabajo que se le asigna. Ambas situaciones derivan en consecuencias ampliamente negativas sobre los trabajadores, puesto que afectan a su capacidad de motivación, remuneración salarial y posibilidades de ascenso social, y para las empresas, al alterar la estructura de costes, restringir su capacidad de innovación e impedir la sofisticación de sus procesos y por extensión sobre el conjunto de la economía, ya que favorecen el incremento del desempleo, constriñen la flexibilidad del mercado laboral, frenan la mejora de la productividad y condicionan el viraje de la estructura productiva hacia una especialización más inteligente e inclusiva.

Antoni Riera sintetiza afirmando que en las Islas se cubre la demanda con trabajadores no adecuados, lo que genera considerables desequilibrios en el tejido productivo, desequilibrios que, su vez, repercuten negativamente en la competitividad empresarial. Insiste en destacar que cuando en una economía se dan tales desequilibrios, las consecuencias sobre los salarios son igualmente negativas, al igual que a nivel social, al tiempo que la economía ve lastrada la citada competitividad.

Se trata fundamentalmente de valorar el talento, dar al conocimiento la importancia esencial que tiene para que pueda aspirarse con razonables perspectivas a generar bienestar social. Para el profesor Riera adaptar el sistema productivo balear es imprescindible y debe de hacerse en el menor tiempo posible, con la colaboración de las Administraciones.

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