Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Desde Inglaterra

Elecciones

Elecciones

Este año 2015 está cargado de citas electorales. En España ha habido ya elecciones en Andalucía, la primavera trae las elecciones autonómicas y municipales, y en otoño habrá generales. Sin olvidar que Cataluña elegirá a su principal representante, el presidente del Barça. Luego, en septiembre, habrá elecciones al Parlament. Aquí en el Reino Unido también es año electoral, ya que el próximo 7 de mayo los británicos elegirán a un nuevo parlamento, que elegirá a su vez a su primer ministro. Y como en España, las cosas no están demasiado claras.

Las encuestas vaticinan que ninguno de los dos partidos mayoritarios, conservador y laborista, ganará por mayoría absoluta, y dibujan un panorama político enrevesado, donde pactos y apoyos poselectorales serán imprescindibles para formar gobierno. El bipartidismo, también aquí, está tocado. La repetición de la coalición de conservadores y liberal-demócratas que rige los destinos del país desde 2010 se antoja improbable. El escenario tras el 7 de mayo, en estos momentos, es una incógnita. Tras conservadores y laboristas, el tercer partido en intención de voto sería el United Kingdom Independent Party (UKIP), un partido cuyo proyecto se basa en dos puntos: la salida inmediata de la Unión Europea y el rechazo a los inmigrantes, culpables de todos los problemas que asolan el país. Y cuando me refiero a todos, son todos: el líder del partido, Nigel Farage, llegó más de dos horas tarde a un mitin en Gales. El motivo esgrimido: que los inmigrantes colapsan las carreteras.

En cuarto lugar las encuestas colocan a los liberal-demócratas, y en quinto, a los verdes. Pero el tapado de estas elecciones es el SNP, el partido nacionalista escocés, responsable del referéndum que casi hace saltar por los aires la arquitectura política británica el pasado mes de septiembre. Presentándose solo en Escocia, el sistema electoral británico hace que aunque el porcentaje de intención de voto del SNP sea relativamente pequeño a nivel estatal, su representación en Westminster pueda ser decisiva, ya que podría convertirse en tercera fuerza en número de diputados. Tras las elecciones los parlamentarios elegidos en las circunscripciones electorales escocesas, 59 de los 650 que ocupan escaño en Westmisnter, resultarían claves, ya que de esos 59, se espera que unos 40 caigan en manos del SNP. Si tales predicciones se hacen realidad, el nacionalismo escocés se erigiría en árbitro de la gobernabilidad de un país, el Reino Unido, del que quiere separarse, aunque su independentismo se haya diluido tras la derrota en el pasado referéndum. Y está claro que si el SNP tuviese que decidir entre apoyar a conservadores o laboristas, optaría por los segundos. No hay partido más odiado en Escocia que el conservador, gracias al thatcherismo. Los laboristas, por ahora, dicen que no pactarán con el SNP. Tiempo al tiempo.

La campaña electoral no ha deparado demasiadas sorpresas: los conservadores sacan pecho por los buenos datos económicos, que atribuyen, claro, a su gestión, y los laboristas acusan a los conservadores de elevar la desigualdad y les echan en cara los duros recortes en sanidad y educación. Ambos tienen razón: es verdad que el desempleo es del 5,6%, pero también es verdad que el empleo se ha precarizado durante la crisis y que el tipo de contrato que más crece es el de zero-hours, en el que el empresario da al trabajador un número variable de horas de trabajo a la semana. Pueden ser 40, pero también 15, o 0, de ahí su nombre. Y si, cero horas significa eso, no trabajar pese a tener contrato de trabajo. Ni el más excelso poeta sería capaz de crear tal oxímoron. Contrato zero-hours es además sinónimo de sueldo mínimo, actualmente 6,5 libras por hora. Ni este tipo de contrato ni este sueldo dan para muchas alegrías, se lo aseguro, y a pesar de surgir durante la crisis como solución de emergencia (ya saben, la sacrosanta flexibilidad), parece que los contratos zero-hours han llegado para quedarse, aunque tanto David Cameron, actual primer ministro y candidato a la reelección, como Ed Miliband, líder laborista, prometen eliminarlo. Yo me pregunto por qué los conservadores, estando en el poder, no lo han eliminado ya.

Este es, grosso modo, el escenario político británico, que tiene el mismo color que el de los cielos del país: grisáceo. Veremos si después del 7 de mayo sale el sol o seguimos con nubes. Salut i força!

Compartir el artículo

stats