Tribunales

Condenado por abusos a su hija tras tratar de probar su inocencia mediante hipnosis

La Audiencia de Valencia impone al acusado seis años y ocho meses de cárcel por las agresiones sexuales, mostrarle películas porno de princesas de Disney y sexualizar a la menor para que se grabara vídeos obscenos con solo diez años

El condenado por abusos a su hija de diez años cuando iba a ser juzgado por el exhibicionismo.

El condenado por abusos a su hija de diez años cuando iba a ser juzgado por el exhibicionismo. / I. Cabanes

Con apenas tres años de edad, una psicóloga del Servicio Especializado de Atención a la Infancia y a la Adolescencia ya detectó indicios de que algo no iba bien y que convenía derivarla al Instituto Espill, especializado en la detección y tratamiento de abusos y agresiones sexuales a menores. No obstante, al ser tan pequeña no se le pudo valorar más allá de las entrevistas periódicas con las especialistas del punto de encuentro familiar. No era normal que una niña de tres años dibujara genitales o que al preguntarle sobre el día que más miedo pasó responda, entre lágrimas, que cuando durmió con su papá. "Mi papá me mira con ojos malos", indicaba la pequeña, que no sabía lo que pasaba pero que ya entonces tenía claro que aquello que su padre le hacía no le gustaba. 

No fue hasta años después, ya con diez años la niña, cuando se destaparon los abusos a esta menor en una localidad valenciana de l’Horta, al descubrir por casualidad la madre unos vídeos de su hija grabados por ella en actitud erótica "imitando un vídeo chat pornográfico", según indica la sentencia de la sección cuarta de la Audiencia Provincial de Valencia, que condena al padre biológico a seis años y ocho meses de cárcel por los delitos de abusos sexuales a persona menor de 16 –con prevalimiento–, exhibicionismo y provocación sexual, todos ellos con la agravante de parentesco.

Esta sentencia condenatoria pone fin a una lucha que comenzó en junio de 2017 con la denuncia interpuesta por la madre y que a punto estuvo de saldarse con una mera multa en mayo de 2021 al calificar inicialmente la Fiscalía los hechos como constitutivos de un delito de exhibicionismo de material pornográfico a menores de edad. La acusación particular, ejercida por el letrado penalista Vicente Monzó, logró que el Juzgado de lo Penal número dos de Valencia, donde se iba a enjuiciar, suspendiera la vista oral y retrotrajera la causa al juzgado instructor de Mislata para "perfilar debidamente los hechos delictivos imputables al acusado" ya que del testimonio de la víctima, realizado mediante cámara Gesell, se desprendía que no solo se encontraban ante un caso de exhibicionismo, sino de abusos sexuales que debían de ser juzgados por la Audiencia Provincial, como informó Levante-EMV, del mismo grupo editorial.

El fallo de la Sección Cuarta se muestra ahora contundente con el acusado, quien aportó como elemento de defensa un informe de veracidad realizado por un perito psicólogo de parte, que incluía un interrogatorio mediante hipnosis en el que negaba todas las acusaciones, o argumentaciones como que al haber dibujado un árbol, ello denota dulzura y ternura. Así, la defensa solicitaba su libre absolución al considerar que la niña había sido manipulada por la madre, quien, según alegó el pederasta, "le había amenazado con destrozarle la vida por despecho amoroso".

El tribunal considera "descabellado" y de un "angelismo improcedente" pretender que pudiera dictarse una sentencia absolutoria por cómo el acusado ha dibujado un árbol, o por "haberse reconocido inocente estando hipnotizado". Además, "descarta que la menor haya podido ser presionada, inducida o manipulada por terceros". 

La causa pudo haber quedado en una simple multa por exhibicionismo por un error en cadena

De hecho, el fallo remarca que la menor se ha mostrado persistente en sus declaraciones, sin contradicciones, con un "relato coherente y uniforme, sin fisuras, con notable riqueza descriptiva y con un acompañamiento de matices y sentimientos, que reafirma la credibilidad y veracidad de su testimonio". Además de los tocamientos cuando estaban a solas en la buhardilla, la niña cuenta que su padre le ponía películas donde las princesas de Disney aparecían desnudas y practicaban sexo, mientras él "sacaba la lengua y emitía sonidos guturales y gemidos". También le hacía ver vídeos violentos donde se veía cómo pegaban a mujeres a las que hacían sangrar hasta desmayarse.

La sentencia también hace referencia al llanto del acusado durante el turno de última palabra, que atribuye a "una pose ante el Tribunal, una manifestación de puerilidad, y una anticipación del declarante a las consecuencias legales graves previsibles de su conducta, una respuesta al haber sido descubierta su actividad depredadora, una expresión de vergüenza por haber sido desenmascarado ante terceros, o en el mejor de los casos, una revelación de un ápice de sentimiento de culpa por los graves daños emocionales a su hija por su actividad pedófila e incestuosa con la niña".