Los Bombers de Palma apagaron ayer al mediodía otro incendio declarado en el tercer piso de un edificio okupado, en el número 29 de la calle Reyes Católicos. El día anterior ya hubo otro fuego similar en el mismo sitio. Los dos han sido claramente intencionados, aunque fueron sofocados rápidamente y no han ocasionado víctimas. Las personas que viven en la finca se quejan del acoso al que están siendo sometidos por unos drogadictos que intentan expulsarles del inmueble.
«Llegué a España hace un año y cuatro meses. Al principio tenía una habitación, pero me estafaron y me quedé sin dinero. Tuve que vivir un tiempo en la calle y en albergues, no tenía donde estar, así que me metí aquí de okupa. Estoy aquí por pura necesidad, hasta que consiga un trabajo y me estabilice económicamente. Y mientras somos varias personas que intentamos tener la casa limpia y en buenas condiciones, aunque no tenemos luz ni agua. Pero los yonquis quieren que nos marchemos. Lo llenan todo de basura y no les interesa que limpiemos, porque así se aseguran de que no entra nadie. Nos roban y nos amenazan, y han provocado varios incendios para que nos marchemos».
Estefanny es una joven ecuatoriana que lleva siete meses viviendo en el edificio okupado de la calle Reyes Católicos donde el lunes y el martes se produjeron dos incendios intencionados. Hace unos meses hubo otro fuego. Los responsables son un grupo de drogadictos que tratan de echarles para tener el control de todo el edificio.
«Hace unos meses conseguimos expulsar a unos yonquis que eran muy conflictivos, se enfadaron y provocaron un incendio en la planta baja», cuenta la joven. «Las llamas y el humo se metieron en el hueco del ascensor y llegaban hasta el tercer piso. Yo casi me intoxico».
Estefanny explica que son varias las personas que viven como okupas en el edificio que tratan de tener la finca en buenas condiciones, aunque se enfrentan con varios drogadictos que viven en otros pisos de la finca.
"Echan basura para que no entre nadie en la casa y nos amenazan cuando la limpiamos"
«Ahora vivimos aquí seis o siete personas, de los que solo dos son conflictivos», comenta. «Nosotros hemos puesto una puerta, y tenemos nuestras casas limpias, pero en la planta baja se acumula mucha basura que tiran ellos. «Hemos llegado a recoger cincuenta ratas muertas. Somos varios aquí que tenemos que estar de okupas por circunstancias de la vida, pero buscamos trabajo y tratamos de salir adelante sin causar problemas. Y no quisiéramos que al final nos echen de aquí por lo que hace otros».
La joven comenta que ha tenido muchos problemas con estos drogadictos. «Me han entrado a robar en mi piso varias veces, aunque nunca dejo nada de valor. Me han amenazado varias veces, con un destornillador y una jeringuilla, y uno de ellos me hizo tocamientos sexuales y me tuve que enfrentar a él. La verdad es que a veces pasas mucho miedo».
Añade que se marchará de allí en cuanto encuentre en un trabajo. «Pero sin papeles es muy complicado. Tengo trabajos esporádicos como limpiadora, pero como no tengo la residencia legal te explotan, te pagan un euro la hora. Además con la pandemia se ha complicado mucho todo. Yo salgo cada día a buscar trabajo, pero es muy difícil. No tengo ninguna ayuda, salvo Cáritas, que te da comida una vez al mes o así. También voy de vez en cuando a la hora que cierran los supermercados para recoger la comida que tiran a la basura. Nadie quiere vivir así. No tenemos luz ni agua, y para darme un baño voy a casa de una vecina, que es la única persona que me ayuda».
Mientras, la Policía Nacional prosigue con la investigación para localizar a los responsables de los dos incendios provocados dos días seguidos.
