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Seguridad ciudadana

Negociadores de la Guardia Civil: una salida limpia al conflicto

Dos agentes de Palma han sido formados para intervenir en casos de atrincherados y toma de rehenes

Los dos negociadores de la Guardia Civil, en la entrada de la Comandancia de Palma. B. Ramon

El 9 de junio al mediodía la Guardia Civil acude a una casa de campo en las proximidades de Muro. Buscan a un delincuente que acaba de cometer un atraco en un comercio de la localidad armado con un fusil de pesca submarina. En la finca está el hombre, considerado armado y peligroso, junto a su padre. La Guardia Civil le rodea, el sospechoso está acorralado, pero la presencia de su padre, del que se ignora si está retenido a la fuerza, complica la situación. Entonces aparecen dos agentes de paisano y asumen el contacto con el atrincherado. Hablan y hablan con él, en una situación de enorme tensión. Le explican que no puede escapar, pero que las cosas pueden empeorar si no se entrega pacíficamente. Seis horas después, el atrincherado pone una condición: no quiere ir a los calabozos del puesto de Muro, quiere que le lleven al cuartel de Inca. Los guardias acceden de inmediato. "Me lo habría llevado a mi casa si hubiera hecho falta", comenta uno de ellos con una sonrisa. El hombre se entrega y es detenido sin violencia.

Son los negociadores de la Guardia Civil. Dos agentes de la Policía Judicial especialmente seleccionados por sus condiciones psicológicas y formados en unos cursos especiales celebrados en la academia de la Guardia Civil en Valdemoro (Madrid). Juan es negociador desde 2012, Nacho se sumó en 2018. Están preparados para actuar en casos de secuestros, atrincheramientos, atracos con rehenes o intentos de suicidio. Su objetivo es acordar con el atrincherado una salida pacífica, y evitar la intervención de los cuerpos de asalto, aunque siempre en coordinación con ellos. Representan en muchas ocasiones la única oportunidad de una persona acorralada para solucionar su conflicto sin violencia.

"Nuestro objetivo es colocar a esta persona en su nueva realidad", comenta Juan. "En un caso hipotético, tenemos a un atracador que ha planeado un asalto a un banco y su huida con el dinero. Pero la cosa se tuerce, suena la alarma, llega la primera patrulla, luego otras más,y el delincuente se encuentra rodeado en el banco con varios rehenes. Todo se ha torcido, y nosotros no podemos mentirle, no podemos decirle, tranquilo, que te vas a ir a tu casa con el dinero. Tenemos que hacerle ver que su realidad ha cambiado, hay que colocarle en su nueva situación. Y hacerle entender que esa situación todavía no es demasiado mala, que puede ser mucho peor si no se entrega o le hace daño a un rehén".

"Al mismo tiempo hay que intentar rebajar la tensión. Son situaciones en las que se puede valorar , por ejemplo, darle unos bocadillos o una botella de agua", explica Nacho.

Resistir la frustración

¿Cuál es el requisito esencial para ser un negociador? "La capacidad de resistir la frustración", prosigue Juan. "Cien veces te dicen no y cien veces sigues insistiendo. Ser rechazado y no tomártelo como algo personal. Ser capaces de centrarnos en el objetivo, y no en el entorno. Y saber asimilar el fracaso".

"Nos preparan para asumir que si la negociación fracasa, si alguien se suicida o si un secuestrador mata a un rehén, no podemos sentirnos culpables", apunta Nacho. "Luego te vas a casa y lloras todo lo que tengas que llorar, pero en ese momento no puedes permitir que afecte a tu trabajo. Tenemos que seguir fríos. Y tenemos herramientas para mantener el tipo ante esa presión".

Para realizar el cursillo de negociador se requiere ser miembro de la Policía Judicial. Los voluntarios se trasladan a la academia de la Guardia Civil de Valdemoro, donde son sometidos a pruebas psicológicas durante tres días. A veces rechazan a todos los candidatos. En el caso de ser aceptados empieza el curso, impartido por la Unidad Técnica de la Policía Judicial y la Unidad Especial de Intervención (UEI), los grupos de asalto de la Guardia Civil. Porque el trabajo del negociador está íntimamente ligado al de estos grupos de intervención. En un momento dado tienen que determinar que la negociación no avanza y pasar a trabajar en el asalto. "Nosotros hacemos las recomendaciones y son otros quienes toman la decisión, somos una herramienta más en la resolución de la situación", continúa Nacho.

Los dos negociadores actúan en equipo. Por lo general uno asume el papel de interlocutor con el atrincherado, pero el otro se mantiene a su lado, le apunta y le vigila. "El segundo es tan importante como el primero", añade Nacho, "porque evita que cometa un error". Además están en comunicación con la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, que tiene las competencias de todos los casos de secuestro, y mantienen constante contacto con el resto de negociadores de otras comandancias. "Nos conocemos de cursillos y prácticas y nos alimentamos mutuamente de nuestras experiencias, que siempre es positivo", concluye Juan.

Intentos de suicidio

En los últimos meses, los negociadores de la Guardia Civil han intervenido en cuatro ocasiones aparte del atrincherado de Muro.

En Valldemossa, un vecino al parecer perturbado se subió al tejado de su casa. Empezó a tirar tejas a la calle y a amenazar a la gente que pasaba. El incidente empezó a las diez de la mañana y el negociador llegó al mediodía. Tras cinco horas, consiguió que bajara por su propio pie.

En El Toro se produjo un intento de suicidio. En este caso el protagonista era un exmilitar brasileño. "Nos reconoció inmediatamente como los negociadores y nos retó mucho", recuerda Nacho. "Estaba subido a un muro de trece metros y se paseaba por allí como por su casa. Teníamos tanto miedo de que se tirara como de que se cayera sin querer". Tras hablar seis horas con él, le convencieron para que se marchara. "No había cometido ningún delito, así que le dijimos que si se iba por el acantilado, nadie le detendría", dice el negociador. Así lo hizo.

Intervinieron también en el caso de un hombre que amenazaba con suicidarse en su casa con un arma de fuego. Lograron que la entregara voluntariamente tras cinco horas de charla. Y el último caso, el de un residente en Mallorca que recibió un aviso de que su familia estaba secuestrada en Brasil y amenazaban con matarla. La colaboración de la Guardia Civil con la Policía brasileña permitió descubrir que no era un secuestro real, sino un montaje de sus familiares.

Evitar los errores de Múnich 72

En las olimpiadas de Múnich de 1972 un comando palestino tomó como rehenes a un grupo deportistas israelíes. En la intervención policial todo salió mal. Murieron once rehenes, un policía y cinco terroristas. Este desastre fue el germen que llevó a la Policía alemana a introducir la figura del negociador, una persona especialmente formada para tratar de solucionar situaciones de crisis de forma pacífica. El modelo se extendió en los años 80 a los principales cuerpos policiales del mundo.

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