Un acusado confesó este jueves en la Audiencia de Palma que el año pasado se dedicaba a vender cocaína en una vivienda en el barrio de la Soledad. "Por circunstancias de la vida, por problemas con mi mujer, mi familia y con el trabajo tuve que hacerlo. Estaba tirado en la calle y enganchado y era la única manera de salir adelante. Vendía droga, sí, era la primera vez que lo hacía antes de junio de 2018", reconoció el hombre, de 35 años y que está preso.

El tribunal de la sección primera juzgó este jueves a los tres supuestos responsables de dos puntos de venta de droga en la calle Amer, en Palma. La fiscalía solicita sendas penas de cuatro años de prisión para dos sospechosos por un delito contra la salud pública y cinco años de cárcel para la mujer encausada al apreciar la circunstancia agravante de reincidencia, ya que cuenta con una condena anterior por narcotráfico. Además, para todos ellos pide multas de más de 150.000 euros.

La Policía Nacional desmanteló los dos puntos de venta en la zona de la Soledad el pasado 19 de junio. Los agentes, tras registrar las dos viviendas, se incautaron de medio kilo de cocaína de gran pureza, varios gramos de cannabis, una báscula de precisión y más de 7.000 euros.

Uno de los sospechosos admitió los hechos durante el juicio, pero exculpó a los otros dos acusados. "Estas dos personas no tienen nada que ver. Uno de ellos se quedó a dormir conmigo en casa y estuvimos consumiendo cocaína. Todo lo que se encontró es mío: la droga, el dinero...", indicó el hombre.

"Vi el dispositivo que la Policía tenía preparado. Yo estaba de okupa en el piso. Vi que ellos se estaban preparando y entonces yo me preparé. Salté el muro de casa y dejé la droga en el armario de la cocina de mi vecina. Pensé que no iban a entrar en su casa porque ella no tiene nada que ver conmigo. Dejé el paquete con medio kilo de cocaína en la cocina de ella y luego regresé de nuevo a casa. Luego, dejé entrar a los policías al piso", manifestó el hombre, que alegó que consume drogas desde los doce años.

Los otros dos encausados negaron los hechos. El otro hombre, de 39 años, explicó que era consumidor de cocaína y que esa noche se quedó a dormir en el domicilio de la calle Amer.

Mientras, la mujer, de 30 años, rechazó de forma tajante haber vendido droga. "Llevo siete u ocho años viviendo en esta casa con mis hijos. No estoy siempre allí, llevo al colegio a mi hija, voy a comprar y también llevo a los niños al parque. Ahora, estoy embarazada. Es habitual que me siente en el portal en la calle con mis hijos y mis vecinos", detalló la sospechosa.

Varios policías nacionales declararon que actuaron por las quejas vecinales, ya que se trataba de un narcopiso asentado en el tiempo y con una gran actividad. Los agentes recordaron que el punto de venta estaba blindado con una puerta de hierro con barrotes y que tuvieron que esperar a que el morador les abriera, por lo que le dio tiempo a desprenderse de la droga. "Tardó en abrirnos, no pudimos abrir la puerta", destacó uno de los investigadores.

Los abogados defensores pidieron como cuestión previa la nulidad de los registros domiciliarios en la calle Amer y la absolución de sus representados. De forma alternativa, solicitaron penas mínimas por un delito contra la salud pública.