La Guardia Civil, con la ayuda de un perro especializado en la detección de restos biológicos, inspeccionó ayer por la mañana una chabola en un asentamiento ilegal junto al polígono de Son Rossinyol, en Palma, donde sospechan que pudo ser asesinado el ciudadano rumano Vasile Manole Costica, cuyo cadáver apareció abandonado el pasado 29 de octubre tras una pared, en un paraje de monte junto a la carretera de Cala Pi. El residente habitual de esta chabola era otro rumano, que se marchó precipitadamente al día siguiente al hallazgo del cadáver, lo que le ha convertido en el principal sospechoso del crimen. Durante la inspección de ayer, el perro de la Guardia Civil marcó varios puntos, donde podría haber rastros humanos. Estas muestras fueron recogidas por los investigadores para ser analizadas en el laboratorio y determinar si alguna de ellas se corresponde con el ADN de la víctima.

La chabola en cuestión forma parte de un asentamiento ilegal, habitado por una decena de ciudadanos rumanos, que residen desde hace años en un descampado junto al polígono de Son Rosinyol. En una de estas infraviviendas vivía la víctima, Vasile Manole Costica, de 49 años, un indigente que hacía de aparcacoches y que había sido detenido varias veces por la Policía Nacional por robos de cobre.

El cadáver de Costica fue descubierto en la tarde del 29 de octubre tras una pared, en una zona desierta junto a la carretera de Cala Pi, en el término municipal de Llucmajor. Aunque inicialmente se barajó la posibilidad de que el hombre hubiera muerto a causa de una caída, durante la práctica de la autopsia se descubrió que había recibido una paliza y varias puñaladas, entre ellas una herida de degüello. El hombre había fallecido a causa de la pérdida masiva de sangre.

De la inspección realizada en el lugar donde apareció el cuerpo se desprendió que no había sido asesinado allí, sino que había sido desplazado una vez muerto. Así que, entre otras diligencias, los investigadores están tratando de confirmar dónde se perpetró el homicidio.

Pese a que el cadáver estaba indocumentado, en las horas siguientes fue identificado como Vasile Manole Costica, un indigente rumano. Los agentes descubrieron que iba a comer habitualmente a Ca l'Ardiaca y que residía en una de las chabolas de Son Rosinyol. Esta infravivienda ya fue registrada en los primeros días de la investigación. Pero las pesquisas de ayer se centraron en la caseta vecina, habitada por otro rumano, que se marchó el día después del hallazgo del cadáver y que actualmente está en paradero desconocido.

Los investigadores han descubierto que Costica solía ir a beber a casa de su vecino. Este hombre tiene además numeroso antecedentes, algunos por delitos violentos, lo que le ha convertido en el principal sospechoso del asesinato.

En la inspección de ayer participó un perro de la Guardia Civil adiestrado para detectar restos biológicos traído especialemnte desde Madrid. El animal marcó varios puntos donde podría haber restos humanos microscópicos, que fueron recogidos con los investigadores para ser analizados, y confirmar si coinciden con el ADN de la víctima.

De esta manera se podría confirmar que Costica habría sido asesinado en Son Rossinyol, y trasladado a Cala Pi cuando ya estaba muerto.